El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

Si don Conrado levantara la cabeza…

… y viera el entusiasmo y la excelencia con que anoche interpretaron los miembros del Cuarteto Diotima tres de sus obras, seguro que les componía expresamente un cuarteto y se lo dedicaba encantado. No es habitual ver a una agrupación del nivel y exigencia de la francesa (especializada en música contemporánea: ahí están los cuartetos que han escrito para ellos compositores de la talla de Pierre Boulez, Helmut Lachenmann, Tristan Murail, Beat Furrer y un largo etcétera) interpretar música española. Lo primero porque no está muy sobrada España de composiciones para la combinación instrumental del cuarteto de cuerdas. Y, sobre todo, porque Conrado del Campo (1878-1953) está en las antípodas estilísticas de esos compositores de vanguardia. Pero aún así pareció que los cuatro miembros de la formación, fundada en 1996, llevaban lustros dedicados a ello, tal fue la soltura y el desparpajo con los que exprimieron los recursos y posibilidades de las obras camerísticas del compositor madrileño. A veces la supervivencia de una obra en el repertorio o su condena al olvido depende en gran manera de la calidad de los intérpretes que la tocan las primeras veces. Más vale tarde que nunca.

Y Conrado del Campo, también se sorprendería del interés que lleva demostrando por él la Fundación Juan March de Madrid, entregada desde hace décadas en rehabilitar su figura. Aunque algunos podrán pensar que quizás de manera excesiva, casi en exclusiva, pecando de favoritismo y en detrimento de otros compositores ignorados que serían merecedores de igual honor. En 1986 editó el catálogo-inventario completo de sus obras, en trabajo llevado a cabo por Miguel Alonso. En 2015 resucitó Fantochines y en 2020 El pájaro de dos colores, ambas programadas dentro de su ciclo especializado en óperas de pequeñas dimensiones Teatro Musical de Cámara. Y en 2021 la entidad de la calle Castelló acometió el «Proyecto Conrado», consistente en la edición integral de las partituras y la interpretación a lo largo de ocho temporadas sucesivas de sus dieciséis cuartetos de cuerda (trece numerados -que serían catorce si no estuviera ilocalizable uno- y tres sin numerar por sus dimensiones más reducidas) y que grabarán y que aquí enlazaremos en cuanto estén disponibles en el Canal March.

Conrado del Campo (sentado a la derecha), junto a unos amigos

El inventario de Conrado del Campo para cuarteto de cuerdas es un corpus de obras compuestas en una franja de cincuenta años, desde 1903 hasta 1952 que rivaliza en cuanto a número con otros extensos catálogos para la formación camerística de músicos del siglo XX de la relevancia de Dmitri Shostakovich (15), Heitor Villa-Lobos (17), Mieczyslaw Weinberg (17) o Darius Milhaud (18) y que reúne suficiente interés como para ser programado e interpretado con más frecuencia sobre todo en España, dado lo inusual de que uno de nuestros compositores le haya prestado tanta atención a este género musical. 

Las tres piezas que interpretó el Cuarteto Diotima fueron el Cuarteto nº 3 en do menor de 1907 (del que sólo se conservan los dos primeros movimientos), el Cuarteto nº 5 en fa menor, “Caprichos románticos” de 1908 y una breve pieza para formación cuartetística, el Intermezzo-Scherzo sobre el apellido Mi-la-nés escrita más de treinta años después (1941). En el lapso de tiempo que va de 1913 (fecha de composición del Cuarteto nº8) a 1942 (en que concluye el nº9), Conrado del Campo apenas se ocupó de la música de cámara, centrándose en obras sinfónicas y escénicas. Quizá fue debido a que, como señala Tomás Garrido, «el estilo conradiano fue combatido en España, al principio porque se le tildó de revolucionario y después, sobre todo a partir de la década de 1920, fieramente combatido por conservador, formalista y caduco por algunos de sus alumnos más vanguardistas». Puede que por eso, durante ese paréntesis, Del Campo se planteó estudiar con Arnold Schönberg a raíz de asistir al Congreso Internacional de las Asociaciones sobre Derechos de Autor que se celebró en Berlín en 1922, aunque finalmente no se debió sentir identificado con los experimentos atonales del compositor alemán (al parecer le indicaron que la línea a seguir era la de Paul Hindemith) y «continuó con su personal estilo contrapuntístico de armonías cromáticas posrománticas». O como el compositor y pedagogo Julio Gómez escribiría en 1934: «La música de Conrado del Campo es un paso más en la senda polifónica de Wagner y Ricardo Strauss, con una participación, más buscada que sentida, de nuestra música popular. El resultado es muy complejo y de un exaltado barroquismo».

Y es que Conrado del Campo ha tenido que sufrir condescendientes o peyorativos juicios de valor («don Conrado», “sinfonista de raza”, “prolífico cuartetista”, “esforzado obrero de la música”, “estajanovista”, «costumbrista», «casticista»…) que le encasillaban como un autor con oficio pero carente de inspiración, un maestro demasiado teórico, escolástico, tirando a espeso y aislado como un islote entre los patriarcas del nacionalismo de principios de siglo por un lado (Granados, Albéniz y Falla) y las dos principales vertientes musicales españolas del siglo XX por otro, representadas por la más considerada y asentada Generación de la República y por la más innovadora y vanguardista Generación del 51. Para tratar de entender el ostracismo que la historia de la música le ha deparado a Conrado del Campo, tampoco hay que perder de vista que nació en Madrid y que permaneció durante la guerra y posguerra (que no era el contexto ideal para la dedicación, creación, experimentación y difusión de obras musicales) en la capital de España, con la carga de reproche político que eso conlleva y que ha estigmatizado a creadores españoles de todo tipo. Todo lo cual pudo ir influyendo en el paulatino arrinconamiento de su inmenso catálogo.

Los dos movimientos que han sobrevivido del Cuarteto nº 3 en do menor de 1907 nos presentan a un Conrado aún primerizo con el género, con exposiciones y desarrollos extensos y repetidos, en los que predomina la modulación y en los que se detectan influencias de la escuela francesa y de Dvořák. Más interés tiene el Cuarteto nº 5 en fa menor, “Caprichos románticos”, inspirado en las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer y que pertenece, en palabras de la autora de su edición crítica, Garazi Echeandía, «al exiguo conjunto de composiciones de Conrado del Campo que se han mantenido en el repertorio, al ser la única obra para esta formación que se publicó en vida del compositor y, a su vez, una de las pocas que se han grabado en más de una ocasión». Este cuarteto alcanzó además cierto predicamento en Francia, donde se interpretó durante 1910-11 por cuartetos como el Quatuor Willaume y el Quatuor Lejeune. Posteriormente ha sido programado por agrupaciones como el Cuarteto Renacimiento, el Cuarteto Clásico de RTVE, el Cuarteto Hispánico, el Cuarteto Brodsky o el Cuarteto Bretón. Consta de seis movimientos (con una estructura cíclica que delata la influencia de César Franck), de los cuales cinco están inspirados en las inmortales Rimas de Bécquer números 1, 5, 28, 43 y 52. La obra fue compuesta, en palabras del propio Conrado del Campo, con el objeto de “rendir con ella un profundo homenaje lírico al lírico admirado que las inspiró” y recibió los elogios del mismísimo Claude Debussy, que había asistido a una de las representaciones. Aunque la agradable sorpresa de la sesión fue el Intermezzo-Scherzo sobre el apellido Mi-la-nés, con un estilo más personal, que ya muestra el dominio del género y que tiene una muy curiosa andadura. En 1927 el diplomático inglés John H. Milanés (1878-1950), violinista vocacional, había fundado el Cuarteto Milanés junto a Luis Antón, Bernardo Valero y Carlos Baena, formación que se convertiría en el cuarteto oficial de la sociedad de conciertos “Música Internacional de Cámara”, creada en 1928 y que, en la sede del Instituto Británico de Madrid, instituyeron un ciclo titulado “Viernes de Milanés”. Y, durante la Guerra Civil, Milanés ayudó a Conrado del Campo, a través de la embajada británica, a buscar a su hijo Ricardo que había sido apresado en Barcelona cuando se intentaba pasar al bando nacional. Y, en agradecimiento, Del Campo escribió para esta agrupación la citada obra (en la que se emplean, como motivo que domina la pieza, las tres sílabas de Milanés transcritas musicalmente a las notas mi, la y mi bemol/re sostenido respectivamente) y otras dos que se interpretarán en próximas ediciones del ciclo: el Cuarteto en do, con narrador y el Cuarteto con canto, «Patrón de modas. Humorada Sonora», ambos de 1938.

Congratulémonos, en definitiva, de que el «Proyecto Conrado» prosiga firme en su andadura y, a poder ser, que se continúen sumando al propósito más instituciones públicas y privadas (de momento se cuenta con el apoyo de la Fundación SGAE y de la Sociedad Española de Musicología) para que el catálogo de cuartetos esté disponible y así pueda ser programado en las salas de conciertos de todo el mundo y ejecutado por otras formaciones de música de cámara de la categoría del Cuarteto Diotima. Aunque también sería conveniente, ahora que «el niño» empieza a caminar solo, que la Fundación March hiciera una labor similar con otros compositores españoles olvidados que también merecen ser recuperados, editados, programados y grabados: no sólo de Conrado del Campo vive el aficionado musical español.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Bibliografía:

– Tomás Garrido: A modo de introducción. Fundación Juan March, 2022.

– Tomás Garrido y Aldo Mata: Conrado y el estilo monumental. Fundación Juan March, 2022.

– Garazi Echeandía: Bécquer como inspiración: «Caprichos románticos». Fundación Juan March, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: Los 16 cuartetos de cuerda de Conrado del Campowww.eltema8.com, 2021.

– Tomás Garrido: Soñemos, Conrado, soñemos. Fundación Juan March / Teatro de La Zarzuela. Madrid, 2021.

– Rafael Valentín-Pastrana: “El pájaro de dos colores” de Conrado del Campo: otra ópera española del siglo XX felizmente recuperada del inexplicable olvido. http://www.eltema8.com, 2020.

– Rafael Valentín-Pastrana: La recuperación de una ópera española olvidada: “Fantochines” de Conrado del Campo. www.eltema8.com, 2015.

– Miguel Alonso: Catálogo de obras de Conrado del Campo. © Fundación Juan March. Madrid, 1986.

Nota: Las imágenes incluidas en este post del ensayo/concierto a cargo del Cuarteto Diotima de los cuartetos de cuerda de Conrado del Campo son © Fundación Juan March / Dolores Iglesias. Madrid, 2022.

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