El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

Trove, trove el trovador

Tras «años de galeras» buscando su lugar en el sol, entre 1851 y 1853 Giuseppe Verdi (1813-1901) alumbra sucesiva y milagrosamente RigolettoIl Trovatore y La Traviata tres óperas sublimes y perfectas; trilogía redonda que por sí sola bastaría para que el de Busseto, sin necesidad de haber escrito nada más, figurara entre los mejores compositores de la historia de la música. Y llega ahora Il trovatore al Teatro Real en coproducción con la Ópera de Montecarlo y la Royal Danish Opera de Copenhague, con dirección musical de Maurizio Benini y escénica de Francisco Negrín.Trovatore 0472Il trovatore es cronológicamente la tercera de las cinco óperas de Verdi con temática española tras Ernani (o El honor castellano, 1844) y Alzira (1845, a partir una obra teatral de Voltaire) y antecediendo a La forza del destino (a partir de Don Álvaro o la fuerza del sino, 1862) y Don Carlos (sobre el hijo maldito de Felipe II, 1867). Y es la primera de las dos adaptaciones que hizo el italiano de un texto teatral del dramaturgo romántico español -con el que coincide en año de nacimiento- Antonio García Gutiérrez (Chiclana de la Frontera, 1813-1884); la otra sería Simón Boccanegra (1857). La rocambolesca y novelesca trama de El trovador que concibió García Gutiérrez y que estrenó en 1836 con apoteósico éxito (desde entonces se instauró la costumbre de que el autor saliera a saludar al final de las representaciones) se desarrolla durante 1413 en torno a las disputas sucesorias entre los partidarios de Jaime de Urgel y los de Fernando el de Antequera tras el Compromiso de Caspe («D’Urgel seguace / a morte proscritto –Secuaz del de Urgel / condenado a muerte»– le espeta Manrico el Conde de Luna en un momento del primer acto), con el telón de fondo del castillo sitiado de Castellar y de los torreones del imponente palacio de la Aljafería en Zaragoza.

Trovatore 0920Salvatore Cammarano (1801-1852), que había escrito para Donizetti la magnífica Lucia di Lammermoor, era uno de los más fieles libretistas de Verdi y hasta entonces se había encargado de los textos de Alzira (1845), La battaglia di Legnano (1848) y Luisa Miller (1849). Tras estas colaboraciones, parece ser que en esta ocasión la puesta en común de ideas de músico y libretista para la ópera chocaron: ya en 1851 Verdi le había manifestado a Cammarano, apegado a fórmulas operísticas tradicionales, su intención de que la ópera ni comenzara ni finalizara con los consabidos coros y que prescindiera para Il trovatore de la habitual combinación de cavatinas, dúos, tercetos y finales. Verdi estaba distanciándose del belcantismo y concibiendo una ópera en la que la música fluyera en continuidad. Una concepción pionera que se adelantaba incluso a los primeros bocetos de El anillo del nibelungo, en torno a 1852 pero que no se estrena públicamente hasta 1876, donde Richard Wagner impondría su credo de la ópera de curso infinito como obra de arte total. Sin perder de vista detalles instrumentales como el uso del yunque en el Coro de los gitanos que anticipa los golpes para la forja del anillo en Das Rheingold y de la espada en Sigfrid de Wagner. Finalmente Verdi no pudo convencer de los cambios a un Cammarano que se encontraba en esos momentos para pocas renovaciones, aquejado de una grave enfermedad, y que opta finalmente por una asombrosa sucesión de potentes números cerrados. Tras su repentino fallecimiento sin concluir el tercer acto, de los últimos retoques del libreto se encargaría Leone Emanuele Bardare (1820-1874).

Trovatore 0243El caso es que el vibrante y truculento libreto de Il trovatore tiene de todo: maldiciones, mazmorras, cadalsos, hogueras, blasfemias, perjurios, misereres (uno de los momentos más sublimes de toda la producción de Verdi, con la división de la acción en tres planos espaciales diferentes y simultáneos, algo que sólo mejorará en la estremecedora escena final de la tumba en Aida), lágrimas, celos, piedad, venganza, ira, furor, terrorsacrificio, redención…que se suceden sin momento de respiro alguno, de manera infatigable y a un ritmo irresistible (Charles Osborne habla de «musculosa energía» y «vigor casi brutal de la ópera»). Y todo ello con textos que contienen gloriosas aliteraciones («Che! tu deliri! Io del rival sentir pietà? / Ah! dell’indegno rendere / vorrei peggior la sorte / fra mille atroci spasimi / centuplicar sua morte / più l’ami, e più terribile / divampa il mio furor!» deletrea con sádica delectación el Conde de Luna). «La gente dice que la ópera es demasiado triste y que salen demasiadas muertes…pero, en definitiva, la muerte es una presencia continua en la vida», escribiría Verdi, que para entonces ya había perdido a su primera esposa, a dos de sus hijos y que acababa de ver fallecer a su madre.

Y también tiene Il trovatore uno de los triángulos amorosos por excelencia de la historia de la ópera: Manrico-Leonora-Conde de Luna, éste ultimo uno de los más conseguidos villanos verdianos por su gran complejidad psicológica. Orgulloso, cruel, vengativo, despiadado; pero también enamoradizo, dubitativo, confiado, traicionado y finalmente derrotado en el amor. Aunque acertado escogiendo el bando ganador de Fernando I de Trastámara; al contrario que Manrico, todo un perdedor al uso de los tópicos y clichés del romanticismo. Sólo por ver y escuchar al barítono francés Ludovic Tézier en el papel del Conde de Luna, vale la pena asistir a alguna de las funciones de esta nueva producción de Il trovatoreTriángulo que es más bien un cuarteto porque hay que añadir a una gitana, Azucena, la cuarta en discordia, que desempeña un papel fundamental para la catarsis final de la historia. Un personaje, por cierto, de relevancia menor en la tragedia original de García Gutiérrez, y prácticamente creado en su dimensión final por Verdi y sus libretistas. En palabras de Lincoln R. Maiztegui, «Todo es oscuro en Il trovatore, las escenas ocurren de noche, los personajes ignoran su verdadera identidad, los elementos sobrenaturales están presentes de manera inquietante y las maldiciones ancestrales conducen a una anunciada e inevitable tragedia».

Trovatore 0544Tal fue el impacto de la ópera de Verdi desde su estreno el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma («Tanto en África central como en la India, uno escucha sin interrupción en todas partes Il trovatore» escribiría el compositor en 1862), que su influencia llega hasta nuestros días, con un buen número de joyas del teatro o del cine que beben de Il trovatore: ahí está el largometraje En las rayas de la mano / Golden earrings (Mitchell Leisen, 1947) con una inolvidable Marlene Dietrich interpretando un papel de zíngara que recuerda al de la gitana Azucena, junto a un irreconocible Ray Milland caracterizado también para la ocasión, pendientes («earrings») incluídos. O en nuestra cultura, que es de donde al fin y al cabo García Gutiérrez extrajo el argumento de su aclamada obra (en 1854, al año siguiente de su estreno romano, ya se había programado la ópera en el Teatro Real de Madrid), esa genial astracanada que es La venganza de Don Mendo (1918) de Pedro Muñoz Seca, con sus Nuño, Pero, Moncada y Azofaifa (una morisca, vengativa…como Azucena), sin olvidar su delirante adaptación cinematográfica de 1961 dirigida por Fernando Fernán Gómez a partir de la inmortal historia del trovador.

Y doña Sancha una noche
a don Lindo se entregó,
porque cantóla una trova
al pie de su torreón,
y era la trova tan linda
y tan lindo el trovador,
que doña Sancha rindióse
con el do re mi fa sol.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Videobibliografía:

– Joan Matabosch: Manrico, el héroe verdiano y la fuerza del destino. Teatro Real. Madrid, 2019.

– José Luis Téllez: Il trovatore. Teatro Real. Madrid, 2019.

– Rafael Valentín-Pastrana: ¡Falstaff inmenso, enorme Falstaff! www.eltema8.com, 2019.

– Rafael Valentín-Pastrana: ¡Maldito anillo! www.eltema8.com, 2019.

– Rafael Valentín-Pastrana: Lucía y los hombres. www.eltema8.com, 2018.

– András Batta/Sigrid Neef: Ópera. Könemann Verlagsgesellschaft mbH. Colonia, 1999.

– Charles Osborne: Verdi. Macmillan London Limited. Londres, 1978. Edición española: Salvat Editores S.A. Barcelona, 1985.

– Lincoln R. Maiztegui: Los grandes temas de la músicaSeis óperas verdianas. Salvat S.A. de Ediciones. Pamplona, 1983.

Nota: Las imágenes incluidas en este post de la representación y ensayos de Il trovatore son © Teatro Real / Javier del Real. Madrid, 2019.

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