El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

Los titanes de la composición en el siglo XX (37 y 38): Edvard Grieg y Jean Sibelius

Toca a su fin la programación musical 2018-19 de la Fundación Juan March, que se despidió esta semana con la tercera entrega del ciclo Melodramas, cuyos anteriores cursos estuvieron dedicados a Richard Strauss y Franz Liszt. Ya para el próximo mes de octubre se anuncia la inauguración de una nueva temporada en el renovado marco del auditorio de la entidad madrileña, tras una reforma que modernizará las instalaciones y mejorará las prestaciones de la sala…y que esperemos que mantenga hasta ahora las comodísimas e inigualables butacas. 

El melodrama es un género híbrido entre la declamación y la música. Por momentos puede parecer un mero acompañamiento musical a una sesión de recitado en un salón de la burguesía de prosa o poesía y en el que las dos artes caminan en paralelo pero sin entrelazarse. El formato del melodrama había gozado de un cierto arraigo entre compositores románticos, con alguna aportación notable a cargo de Beethoven (Egmont), Mendelssohn (El sueño de una noche de verano), Berlioz (Lélio o el retorno a la vida), o Richard Strauss (Enoch Arden). Incluso en el siglo XX autores como Schönberg (ErwartungUn superviviente de VarsoviaOda a Napoleón), Prokofiev (Pedro y el lobo) o Gerhard (La peste) realizan incursiones y renuevan el género.

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En esta ocasión la sesión recayó en dos compositores nórdicos, el noruego Edvard Grieg (1843-1907) y el finlandés Jean Sibelius (1865-1957). Los dos son glorias nacionales que contribuyeron, desde el campo de las artes, a despertar el anhelo de independencia de los habitantes de sus territorios y a llamar a la resistencia frente a las potencias ocupantes, Alemania y Rusia, de las que se separarían respectivamente en 1905 y 1917. Y ambos músicos se aferran de un modo emotivo a paisaje, naturaleza y atmósfera para reforzar la identidad nacional. Como afirma el musicólogo Daniel Grimley, «Tanto Grieg como Sibelius escribieron profusamente sobre la influencia del entorno natural en su obra y reaccionaron con gran intensidad al estímulo de las vistas y los sonidos del paisaje que les rodeaba»

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Edvuard Grieg, natural de Bergen, se decantó por una formación musical germánica y así se graduó en el conservatorio de Leipzig, cursando posteriormente estudios en Copenhague junto a Niels Gade (1817-1890) y Rikard Nordraak (1842-1866), autor de la música del himno noruego. Resultado del contacto con estos autores que postulaban la creación de una escuela musical esencialmente noruega, Grieg acabaría renegando años más tarde de su formación académica, decantándose con el paso del tiempo por la cultura de su país natal, hacia la que se sentía atraído con más fuerza. Entre sus obras destacan las Piezas líricas, para piano, el Concierto para piano y orquesta en la menor, las Danzas noruegas para orquesta, la Suite Holberg para cuerdas…

De Grieg (autor de otra composición de este género, la magnífica Peer Gynt, una de esas obras perfectas desde su primera nota hasta la últimapudimos escuchar el melodrama para narradora y piano (también existe versión para orquesta) Bergliot, Op.42 sobre la epopeya de Bjørnstjerne Bjørnson (1832-1910), Premio Nobel de Literatura en 1903 y autor de la letra del himno nacional de Noruega. Bergliot es una valiente mujer del siglo XI que en una incendiaria arenga clama venganza por los asesinatos de su marido Einar y de su hijo Snorri a manos de su traidor rival político, el rey Harald. La obra tiene una fuerza impresionante, con una atmósfera musical lúgubre y oscura, destacando su pesante marcha fúnebre final, en la que Grimsey encuentra «ecos misteriosos de la última jornada de la tetralogía de Wagner, Götterdämmerung/El ocaso de los dioses… especialmente en la poderosa secuencia que recuerda la marcha fúnebre de Siegfried y que sirve de conclusión al melodrama». De hecho hay quien considera a la heroína Bergliot una especie de Brünnhilde noruega.

Jean Sibelius, natural de Hämeenlinna, tras pasar por el conservatorio de Helsinki, también se educó musicalmente fuera de su país, en Berlín y Viena, donde coincide con el tercer gran compositor escandinavo, el danés Carl Nielsen (1865-1931) y con el gran pianista y compositor italiano Ferruccio Busoni (1866-1924), de quien aprende su especial tratamiento del instrumento de teclado. Sibelius se inspira, para muchas de sus más celebradas piezas, en la naturaleza y la mitología nórdica, destacando sus composiciones inspiradas en leyendas y personajes de la Karelia y el Kalevala, la epopeya nacional finlandesa: Kullervo, Lemminkäinen, Luonnotar… Aparte Sibelius es autor de magnífica música pura: sus cuartetos de cuerda, sus siete sinfonías, su concierto para violín y orquesta…Sibelius es para Finlandia un auténtico héroe nacional: es el autor de su himno y el día de su cumpleaños, el 8 de diciembre, se celebra el Día de la Bandera en su país.

Las cuatro obras de Sibelius interpretadas, todas con narrador masculino (dos con acompañamiento de piano y dos para trío de violín, violonchelo y piano más la presencia de soprano), se estrenaban por primera vez en España. Los melodramas de Sibelius arrancan con la temprana Näcken/La nixe (1888), sobre una atractiva ninfa acuática que seduce a un sacerdote rural para que se sumerja con ella en las profundidades del lago. La segunda pieza, O, om du sett/Oh, si hubieras visto parte de un breve poema escrito por un amor de juventud del compositor, a la manera de himno a los idílicos paisajes nórdicos. La sensación del concierto fue Svartsjukens Nätter/Noches de celos (1893), con estructura casi de ópera de cámara y con un tratamiento cercano al poema sinfónico, con activa presencia del trío instrumental (con especial relevancia del violín, que entona una bellísima e inolvidable melodía) y acompañado sugerentemente por el canto sin palabras de la soprano.

Cerró el concierto Ett ensamt skidspår/Una huella solitaria, un lóbrego y sombrío poema de temática existencial. Este melodrama, compuesto en 1925, es una de sus últimas obras, a pesar de que el compositor finlandés viviera hasta 1957. Es lo que se ha conocido como «el silencio de Järvenpää», por llamarse así la localidad en la que Sibelius estuvo recluido durante tres décadas de desaprovechado e inexplicable silencio creativo desde la conclusión del poema sinfónico Tapiola (1926). Algunos autores hablan de bloqueo de inspiración tras asistir Sibelius, partidario convencido de la tonalidad (de los compositores de la época, admiraba especialmente a Béla Bartók y a Dmitri Shostakovich), a su ruptura por parte de los movimientos musicales de vanguardia a partir de los años veinte. Treinta años durante los cuales los más afamados directores del momento se estuvieron rifando estrenar la esperada octava sinfonía del compositor finlandés, que nunca llegó. «Si no puedo escribir una sinfonía mejor que mi Séptima, ésta será la última» declararía Jean Sibelius, uno de los titanes, junto a Edvard Grieg, de la música escandinava de todos los tiempos.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Bibliografía

– Daniel M. Grimley: Atmósfera, clima y paisaje: melodrama nórdico. © Fundación March. Madrid, 2019.

– Rafael Valentín-Pastrana: Por el interés te quiero, Strauss… http://www.eltema8.com, 2017.

Nota: La imagen incluida en este post de la representación de Grieg y Sibelius, dramaturgos es © Fundación March / Dolores Iglesias. Madrid, 2019.

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