El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

Commedia (liederística) all’italiana

Acostumbrado a escuchar los lieder de Hugo Wolf (1860-1903) con cuentagotas y sueltos como relleno de programas de popurrí, por fin el público madrileño ha podido disfrutar, fascinado, de uno de los ciclos de canciones más deliciosos y menos conocidos del compositor austríaco: Italienisches Liederbuch o Cancionero italiano, del cual hasta hoy sólo se habían podido escuchar algunas canciones aisladas en selecciones parciales a cargo de cantantes como Christiane Karg, Diana Damrau, Sarah Connolly o Florian Boesch. Esta vez el artífice del éxito ha sido el barítono alemán Christian Gerhaher, que está recorriendo Europa con un proyecto (Das Wolf-Projekt) encaminado a hacer conocer los ciclos completos que es la manera más adecuada para descubrir la verdadera dimensión de este sorprendente y visionario compositor que, tras Schubert, Schumann y Brahms, sublima y cierra la canción romántica alemana del siglo XIX y marca la línea a seguir por otros músicos alemanes como Richard Strauss o Kurt Weill que, ya en el siglo XX, continuarán explotando las inagotables posibilidades de este maravilloso género musical.

Hugo Wolf (Windischgraz,1860- Viena,1903)

La recopilación, ordenación y composición de Italienisches Liederbuch le ocupó a Wolf seis años, de 1890 a 1896. Desde ese año hasta el de su muerte en 1903, Hugo Wolf, enfermo de sífilis y padeciendo un proceso depresivo que desembocó en locura, sólo compondrá tres lieder sobre poemas de Michelangelo Buonarroti (curiosamente también el último ciclo de canciones de Dmitri Shostakovich recurrirá a versos del genio italiano del Renacimiento), después de habernos legado algunos de los más impresionantes ciclos de canciones de todo el repertorio alemán, como los basados en poemas de Eduard Mörike, Joseph von Eichendorff y Johann Wolfgang von Goethe.

Distribuidos en dos cuadernos, los 46 lieder de la colección, basados en canciones populares toscanas y venecianas, traducidas y publicadas por Paul Heyse (1813-1914) en 1860, están dotados de una extraordinaria unidad que sólo una interpretación completa, como la que nos ofrecieron Gerhaher junto a la mezzosoprano alemana Anna Lucia Richter, acompañados por el pianista Ammiel Bushakevitz (una de las características de los lieder de Wolf es que el papel del piano no se limita a acompañar y a someterse a los intérpretes, sino que su tratamiento es el de un solista más, incluso se podría afirmar que algo más que un «simple» solista: la escritura del piano está dotado en numerosos momentos de una riqueza cromática casi orquestal) nos puede mostrar en su verdadera dimensión. Todo un acierto del Centro Nacional de Difusión Musical y del Teatro de La Zarzuela el cerrar la XXVIII temporada del Ciclo de Lied con los Italienisches Liederbuch de Hugo Wolf.

Así se descubre la necesidad de mantener el orden de las canciones, que se van turnando entre el barítono y la mezzo, que interactúan casi teatralmente (hay momentos del ciclo en los que se desvela la vocación operística de Wolf, que alternó la composición del ciclo italiano con el de su única ópera, Der Corregidor / El corregidor, basada en el cuento inmortal de Pedro Antonio de Alarcón y que se estrenaría en 1896) y que reaccionan según se desarrollan las canciones precedentes, que van condicionando y generando los cambiantes estados de ánimo de los intérpretes. De esta manera, y no con sesiones a base siempre de las mismas canciones sueltas y sacadas de contexto como es práctica habitual en la mayoría de los recitales de lied, se puede degustar, como escribe en las notas al programa Luis Gago, de «las peleas, los celos, los encomios, los desencuentros, los encuentros, los excesos de confianza, las burlas y las riñas sempiternas» de los dos enamorados de sangre latina y encontrarle a la obra su razón de ser tal y como la concibió su autor. Un ciclo colosal, que no tiene nada que envidiar a cumbres del género como Die schöne Müllerin / La bella molinera o Die Winterreise / Viaje de invierno de Schubert, con las que, sin llegar a sus cotas de drama y tragedia, la obra de Wolf no deja de tener un paralelismo: en el Cancionero italiano también es el hombre, como en las dos maravillas de Schubert, el que sufre por una mujer que le ignora, le rechaza, le humilla, le provoca y que juega con él. Una muchacha que incluso (como canta descaradamente en el último lied, a la manera de la lista de conquistas –«Madamina, il catalogo è questo»– que recita Leporello en el Don Juan de Mozart) presume de engañar al buenazo del muchacho con amantes de rincones de toda la península itálica: Ancona, Casentino, Magione, Viterbo, Castiglione… Y es que escuchando a Anna Lucia Richter y Christian Gerhaher (y viendo cómo se miraban, se movían, reaccionaban…) parecía que estuviéramos contemplando las acaloradas disputas entre Sophia Loren y Marcello Mastroianni de algunas de las imperecederas commedias all’italiana de los 60 de Pietro Germi o Vittorio de Sica.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Bibliografía:

– Luis Gago: Elogio de lo pequeño. Centro Nacional de Difusión Musical / Teatro de La Zarzuela. Madrid, 2022.

Nota: Las imágenes incluidas en este post de la función del Italienisches Liederbuch / Cancionero italiano del XVIII Ciclo de Lied son © Elvira Megías / CNDM. Madrid, 2022.

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