György Ligeti (Dicsőszentmárton, 28 de mayo de 1923 – Viena, 12 de junio de 2006) domina, junto a Bela Bartok, Zoltan Kodaly y György Kurtag, el panorama musical húngaro y es sin duda uno de los grandes de la vanguardia y el compositor magyar más importante de la 2ª mitad del siglo XX.
Ligeti nació en Dicsőszentmárton (la actual Târnăveni, Rumania), en la región de Transilvania que por aquel entonces era un pueblo húngaro con población judía. Allí Ligeti se empapó durante su niñez de la música zíngara y campesina (durante la niñez le fascinaban las ferias y lo popular. En el documental de 1993 de Michel Follin György Ligeti: Portarretrato, del que extraeremos parte del pensamiento del compositor, encontramos: «Los cuadros de Brueghel me han impresionado desde niño«) y recibió más tarde su primera educación musical en Cluj (la antigua Kolozsvar húngara), en el centro de Transilvania.
Ya desde 1941 en Hungría, regían leyes antisemitas y existía limitación de plazas para el acceso de los judíos a los conservatorios, lo que complicó la vocación musical de Ligeti. Su educación se interrumpió en 1943 cuando, por su condición judía, fue forzado a trabajar para los nazis. Muchos de sus parientes fueron deportados a campos de concentración: su padre murió en 1945 en el de Bergen-Belsen. Su hermano que estudiaba violín, el mismo año en el de Mauthausen. Su madre, confinada en Auschwitz, fue la única superviviente de su familia. Ligeti se libró al ser reclutado para planificar trabajos de logística para la potencia invasora en enero de 1944.
Terminada la 2ª Guerra Mundial, Ligeti logró estudiar en la Academia Ferenc Liszt de Budapest (con Zoltan Kodaly -nacionalista y más asequible, era el modelo a seguir en la Hungría de la postguerra- y Sándor Veress, sucesor de Bela Bartok en la cátedra de composición), graduándose en 1949: «Podía haber ido a Bucarest, pero me decidí por Budapest. Viví solo, como estudiante. Quería conocer a Bartok, aunque ya era demasiado viejo y no admitía alumnos. De hecho, al poco murió en Nueva York. Era la música húngara y moderna en una sola persona«.
Las primeras obras de Ligeti beben por tanto de su compatriota y admirado Bela Bartok (así su colección de once piezas para piano Música ricercata debe mucho al mundo del Mikrokosmos bartokiano). Aún así y a pesar de seguir la tradición musical de su país y del folklore húngaro y rumano en esta primera etapa de su carrera, Ligeti fue cuestionado por sus audacias compositivas por el régimen impuesto en su país, donde en aquellos años y al igual que en otras repúblicas populares satélites de la URSS, se imponía la estética del Realismo Socialista marcada por el funesto Decreto Zhdanov de 10 de febrero de 1948.
Posteriormente, en 1950, fue nombrado profesor de armonía, contrapunto y análisis musical en la Escuela Superior de Música de Budapest, donde ya pudo experimentar en sus propias carnes las férreas consignas que impregnaban todas las ramas creativas para controlar a los autores. Todo lo que remitía al arte moderno, fue prohibido y cercenado. La pintura y la música contemporáneas eran consideradas influencias peligrosas para los buenos comunistas del mañana: «Yo era considerado un enemigo del pueblo porque una vez osé enseñar en la Academia Ferenc Liszt una obra de Stravinsky a mis estudiantes«.
En aquel tiempo, las comunicaciones entre Hungría y Occidente estaban controladas por el gobierno títere comunista de Ferenc Nagy y Mátyás Rákosi, y Ligeti (que ya albergaba la decisión de abandonar su país: «A partir del invierno de 1948, se llevó a cabo la brusca toma de poder por parte de los comunistas a base del miedo y de los fusiles. Y la vida cambió en Hungría«.) tuvo que escuchar en secreto las difusiones radiofónicas para estar al día de los progresos e innovaciones musicales en la Europa libre. El recuerdo de esos terribles años de control de las gentes por los comunistas le acompañó hasta sus últimos días: «Cuando comenzó la dictadura comunista en Hungría, políticamente yo era un opositor; pero como artista hubo un momento en el que yo creí en un lenguaje musical universalmente reconocible. No tardaría en descubrir que esto era un error, una ilusión, y que cualquier compromiso con el sistema era imposible…Cuando aún hoy escucho los aplausos acompasados en los conciertos, no puedo evitar sentir miedo«.
En diciembre de 1956, semanas después de la Revolución húngara que se inició el 23 de octubre y que, después de unos momentos de duda por parte del férreo régimen soviético, fue sofocada por el ejército el 10 de noviembre, el compositor se exilió a Viena y finalmente adoptó la ciudadanía austriaca: «Yo aún tenía la esperanza en esos días de que la URSS se retirara y que Hungría se convirtiera en un estado socialista pero con libertad. Yo me fui de mi país no por razones artísticas, aunque no hubiera un apropiado entorno vital para ello, sino politícas. Toda la población éramos rehenes en manos de unos terroristas«.
Se instaló en Viena, pero su objetivo era Alemania. Así que desde la capital austríaca viajó a Colonia: «Allí estaban Boulez, Stockhausen, Maderna… Trabajé en el Estudio Electrónico de Colonia de 1957 a 1959. Después trasladé mi experiencia del Estudio, ampliándola a la orquesta. La música estaba dominada por una mafia de la que yo formaba parte y que renegaba de Hindemith y Stravinsky y veneraba a Webern…La Escuela de Darmstadt tomó una dirección realmente hermética». De este periodo y para este medio electrónico destacan Glissandi (1957) y Artikulation (1958). Sus composiciones de música instrumental y vocal sufrieron a partir de entonces la influencia de sus experimentos electrónicos y de los efectos sonoros obtenidos con estas técnicas.
Su música estática, con texturas continuas, como sin movimiento se inspira en su admiración por Paul Klee (1879-1940) y le lleva a intentar plasmar en música las composiciones inmóviles del pintor suizo: son como las olas que surgen en el mar, como si crearan una corriente musical continua expuesta al flujo de las mareas. «Los tejidos polifónicos me fascinan. Las telas de araña me atraen…y me dan miedo a la vez. Las telas y redes de los pescadores, los nudos, juegan un papel importante en mi pensamiento musical«.
Empieza a experimentar y perfeccionar estas técnicas en la década de los 50, con Apparitions (1958-1959, la primera obra orquestal completada tras su salida de Hungría, y que supuso un éxito sensacional tras ser presentada en el Festival de la SIMC celebrado en Colonia en 1960) culminando en 1961 con Atmospheres para gran orquesta sinfónica, pieza clave en la producción de Ligeti.
Refiriéndose a esta obra, el compositor magyar acuñó el término micropolifonía para referirse al abandono virtual de la melodía, la armonía y el ritmo al que había desembocado con Atmospheres, para concentrarse casi exclusivamente en el timbre de la masa de sonido con un denso entramado de voces a base de conjuntos de acordes amplios también conocidos como clusters o racimos de notas: «La compleja polifonía de las partes individuales está plasmada en un flujo armónico-musical, en el cual las armonías no cambian súbitamente, sino que se mezclan con otras; una combinación interválica claramente reconocible se va haciendo gradualmente borrosa, y en esta nubosidad es posible discernir una nueva combinación interválica tomando forma«.
Introvertido lector, siempre le fascinaron los relojes, barómetros, hidrómetros y otros aparatos de medición de la meteorología y todo tipo de maquinaria y mecanismos de precisión (su padre quiso que estudiara para científico, le fascinaban las máquinas del taller de tipografía en el que trabajaba su tío y las ilusiones ópticas y tridimensionales de los estroboscopios del gabinete oftalmológico de su madre). En esta línea, de 1962 es su composición más radical y polémica: el hipnótico Poema sinfónico para 100 metrónomos, en el que los instrumentos de medición del compás suenan al mismo tiempo y en pulsaciones distintas. Estas aficiones del músico enlazan con otra de sus fuentes de inspiración: las ensoñaciones ópticas del artista holandés Maurits Cornelis Escher (1898-1972), cuyo laberíntico y personalísimo mundo Ligeti descubrió en una exposición en San Francisco en 1971.
Ese fue siempre el credo creativo de György Ligeti: experimentar, avanzar, progresar, adentrarse en lo desconocido sin miedo a dónde podía llegar:»Cuando alcanzo un resultado, busco un lugar nuevo, una meta, un nuevo pasillo que no sé dónde va a llevar. No conozco el futuro«.
De nuevo la curiosidad de Ligeti, nunca conforme ni acomodado y siempre en búsqueda de salidas, le impulsa a dar un paso adelante, superando las texturas continuas presentes en su estilo de la década previa. Ahora su referencia para sus composiciones de la década de los 60, volverá a ser un maestro de la pintura: «He sido influído notablemente por la técnica pictórica de Cezanne, quien me ha enseñado que el color puede sustituir a los contornos, que los volúmenes y los pesos contrastantes pueden engendrar la forma«.
A partir de entonces, Ligeti empezó a ser reconocido, respetado y admirado (en 1960 impartió clases en los influyentes cursos de verano de Darmstadt, más propiamente llamados Cursos Internacionales de Verano de Nueva Música organizados en Darmstadt, fundados por Wolfgang Steinecke -1910–61-, donde se reunía lo más granado de la vanguardia musical mundial) y sus composiciones se esperaban con auténtica expectación y devoción; se considera que a este periodo corresponden sus mejores composiciones, desde el Requiem, para soprano y mezzosoprano solistas, coro mixto y orquesta (1963-1965) hasta Lontano (1967) y pasando por Lux Æterna, para 16 voces a capella (1966).
En estas composiciones corales, Ligeti declaró que se inspiró en la técnica polifónica de Johannes Ockeghem, Josquin des Pres y Palestrina: «No soy creyente. Ni ateo. Sólo pretendo componer música que permanezca desde siempre y para siempre. Como la música de las esferas… Mi Requiem, más que una música litúrgica católica, es una música de duelo que oculta otras cosas: mi furia contra los nazis y el Comunismo«.
De 1966 es una de sus obras más transgresoras y con la que Ligeti lleva a cabo una renovación categórica del contenido y de la forma: Aventures & Nouvelles aventures, una acción músico-dramática en 14 cuadros, a camino entre la ópera y la acción muda, con un texto reducido a sonidos, sílabas, gemidos, gritos, risas, respiraciones a cargo de los tres cantantes (soprano, contralto y barítono), acompañados de mimos y de un conjunto instrumental de cámara y que en último término suponen una ruptura con cualquier línea narrativa posible. En esta fascinante obra el compositor húngaro consigue una solución al viejo dilema de si en una ópera prima la palabra o la música, otorgando a ambos los mismos derechos.
De la siguiente década es su ópera Le Grand Macabre (1978), encargo de la Ópera de Estocolmo (donde Ligeti había dejado su impronta tras ejercer su magisterio docente en la capital sueca durante los años 60) y revisada y reestrenada para la edición del Festival de Salzburgo de 1997, que supuso un gran acontecimiento en su momento, siendo una ópera muy representada desde entonces, a pesar de su complejidad musical y escenográfica.
Obra grotesca, bizarra y extravagante, sobre el fin del mundo, que bebe del Teatro del Absurdo (la ópera, con libreto de Michael Meschke y el propio Ligeti, se basa en la pieza teatral surrealista del belga Michael de Ghelderode de 1934 Ballade du Grand Macabre), que alterna el humor con la trascendencia y lo sublime con lo escatológico y que funciona como un collage, con citas de otros compositores (Monteverdi, Rossini, Beethoven, Verdi, Berg…); interludios escritos para bocinas de automóviles; uso de instrumentos poco habituales como el órgano eléctrico, la armónica, bongos, mandolina, silbatos; empleo por igual de partes cantadas y habladas con recursos vocales como gritos, eructos y cacareos; parodias de las formas musicales clásicas… «No compongo para nadie. No es para mí. Lo hago porque me interesa, porque tengo la necesidad de producir piezas de música«.
El final de esta apabullante ópera es una passacaglia (de nuevo el collage con todo tipo de formas musicales del pasado) en la que los personajes (que encajarían a la perfección en el mundo pictórico de El Bosco y de Pieter Brueghel, que tanto recuerdos le traían al compositor de sus años de niñez en Transilvania: de hecho la ópera se localiza en la imaginaria Brueghelandia) proclaman que han perdido el miedo a la muerte y que sobre la Tierra sólo hay diversión y placer. Sin embargo para Ligeti el final no es tan feliz ya que a los protagonistas de su ópera les queda por delante una eterna «vida sin miedo, una vida sólo de placer, demasiado triste…El Gran Macabro es mi segundo Requiem: una combinación del miedo y el humor. El baile de la muerte, el fin del mundo…«. En 1991 Ligeti extrajo unos fragmentos de esta ópera que dieron lugar a Misterios del Macabro, muy interpretados en versión de concierto con esfuerzo y prestaciones agotadoras a cargo de la soprano.
A partir de los años 70, Ligeti se alejó del cromatismo total y volvió a interesarse por el ritmo de las músicas exóticas (el gamelán de Indonesia, los polirritmos africanos) con obras como Continuum (1970) o Clocks and Clouds (1972-1973) donde encontramos influencia de la música minimalista y repetitiva de Steve Reich y Terry Riley. Y es que el compositor magyar, en su continua exploración, siempre se interesó por nuevas formas de expresión musical.
Otras obras notables de Ligeti son sus tres conciertos para instrumento solista y orquesta: para violoncello (1966), para piano (1985-1988) y para violín (1992), los dos Cuartetos para cuerda (el primero, Metamorfosis nocturnas -por partir de un tema de cuatro notas que continuamente se varían o metamorfosean- de 1954 y el segundo de 1968) y los Estudios para piano (distribuidos en 3 cuadernos compuestos desde 1985 hasta 2001).
Ligeti no sólo es conocido en los círculos musicales clásicos, sino también por el gran público, sobre todo gracias a que el director de cine Stanley Kubrick (con su impagable labor de popularizar a compositores tan variados como Schubert, Rossini, Beethoven, Richard Strauss, Bartok, Penderecki, Khachaturian, Shostakovich…) empleó algunas de sus obras como parte de la banda sonora de varias de sus películas: 2001, una odisea en el espacio, El resplandor y Eyes wide shut.
En 1968, Kubrick inicio el «idilio» con Ligeti al utilizar composiciones suyas sin su autorización y transformando su duración para la banda sonora de la mítica parábola futurista basada en el libro de Arthur C. Clarke (1917-2008). Las obras incluidas y alteradas en la película fueron partes del Réquiem, Lux aeterna y Atmosphères.
Ligeti inició entonces un proceso legal contra los productores, exigiendo una compensación por daños y perjuicios por la simbólica suma de 1 dólar, pretendiendo recuperar su honor y que se reconociera no haberle solicitado adecuadamente la autorización para sincronizar sus músicas. El pleito finalmente llegó a una solución acordada y con el éxito extraordinario que obtuvo la película, Ligeti y su música alcanzaron la fama en el mundo entero.
Kubrick volvió a emplear música del compositor húngaro en El resplandor (1980, la obra Lontano) y en su largometraje póstumo Eyes Wide Shut (1999, donde utiliza de un modo inquietante la segunda de las piezas de Musica ricercata para piano). Ligeti, tras su última colaboración con Kubrick, comentó agradecido: »Yo estaba en la Hungría stalinista y terrorista, donde esta clase de música estaba prohibida, y yo la escribía para mí mismo. Stanley Kubrick entendió el drama de ese momento, y eso es lo que hizo en su film. Y para mí, cuando compuse la pieza en el año 1950, fue un acto de desesperación: esta música era una puñalada en el corazón de Stalin.«
Ligeti se consideraba un apátrida, un visionario transgrediendo fronteras:«¿Mi pasaporte? Austríaco. Soy un judío húngaro nacido en Transilvania. Después de tener la nacionalidad rumana, conseguí la húngara en Budapest. Me fugué tras la Revolución del 56 a Viena. Tengo raíces en los dos mundos. Pertenezco a todas partes. Uno debería ser considerado así: ciudadano del mundo».
György Ligeti murió en Viena, el 12 de junio de 2006, a los 83 años de edad después de una enfermedad que lo mantuvo en silla de ruedas durante los últimos tres años de su vida, siendo un referente absoluto para las generaciones de compositores que le siguieron y habiendo recibido todo tipo de premios, distinciones y reconocimientos como un auténtico titán de la música experimental y de vanguardia del siglo XX.
Rafael Valentín-Pastrana
Video-Bibliografía:
– Michel Follin: György Ligeti: Portarretrato. Documental para televisión, 1993.
– András Batta: Ópera. Ediciones Könemann, 1999.
– Jacobo Durán-Lóriga: De la Tierra a las estrellas. Programa de mano Ciclo Promúsica. Temporada 1999-2000.
– José Luis García del Busto: Mozart, siempre Mozart… Programa de mano Ciclo Liceo de Cámara. Temporada 2005-6.
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Muchisimas gracias !!! Lo digo con propiedad, este trabajo es una verdadera cátedra de musica. Saludos muy cordiales y afectuosos
Muchas gracias a ti de verdad Jorge. Por palabras como las tuyas (que pese a las visitas, no suelen proliferar…) me animo a seguir escribiendo posts que me suponen demasiado tiempo para la escasa repercusión de todo tipo que tienen. En fin…cosas de las rrss y de la apropiación ajena de las cosas del campo que parece que no se pueden vallar…
Si buceas en mi blog (ya que mezclo posts de música con otros de fútbol) podrás encontrar escritos sobre otros grandes compositores del XX: Shostakovich (4 posts), Janacek, Messiaen, Gubaidulina, Gerhard, Tippett, Lutoslawski, Panufnik…
Un abrazo!
Muchísimas gracias Rafael Pastrana por este artículo, el año pasado descubrí a György Ligeti en su Requiem, en el Auditorio Nacional de Madrid y fué sobrecogedor; y ya interesadis deima por él este sábado 18 febrero 2023 volví a su música en el Auditorio con Lontano y es asombrosa e inigualable la experiencia de escucharle en vivo. Y busqué saber en profundidad de él y aquí estoy, impresionada a más no poder con su vida y obra y su trasiego por el mundo y conexión con la pintura además. Que ser y artista tan especial
Gracias a ti, Cristina. Efectivamente, hay pocas experiencias como escuchar en vivo a Ligeti y de una manera activa. Por eso su grandeza como compositor clave del siglo XX
Escribí pero no salió, porqué?