El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

El «enigma Roberto Gerhard»

 

La música española de ballet del siglo XX está dominada por la figura titánica e incontestable de Manuel de Falla (1876-1946) y sus inconmensurables El amor brujo (1915) y El sombrero de tres picos (1919). Sin embargo no sólo de Falla vive la música española del siglo XX: otro compositor español, Roberto Gerhard (Valls, 1896 – Cambridge, 1970), dejaría entre su legado cinco obras maestras para el género que desgraciadamente son escasamente conocidas, grabadas y representadas. La Fundación March nos acerca a tres de ellas: Ariel (1934), Alegrías (1942) y Pandora (1943), en sus versiones de piano a cuatro manos, dos pianos y dos pianos con percusión respectivamente, en uno de sus programas de la serie Aula de (Re)estrenos.

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Antonio Martín Aranda (percusión), Miquel Villalba y Jordi Masó (pianos) durante la interpretación del ballet Pandora de Roberto Gerhard

El ballet es un género que fructifó en el panorama musical español de la primera mitad del siglo XX a partir de y gracias a las mencionadas obras señeras de Falla. Roberto Gerhard no formó parte técnicamente de esta suerte de Generación del 27 musical, también llamado Grupo de Madrid, pero sí mantuvo con sus miembros el ser coetáneos, una inquietud por renovar la música española y cierta adscripción republicana. Esta nueva edad de oro artística del primer tercio de nuestro siglo XX coincidió sorprendentemente con el régimen dictatorial de Miguel Primo de Rivera: el grupo se había presentado a los medios en la Residencia de Estudiantes el 29 de noviembre de 1930. Músicos de aquel Grupo de los Ocho, que siempre tuvieron como referente a Falla, continuaron cultivando el género de la danza. Por ejemplo, Ernesto Halffter (1905-1989) con su ballet de 1928 Sonatina, escrito para la Compañía de Ballets Españoles de Antonia Mercé, La Argentina y del que se hizo célebre como pieza suelta para piano su Danza de la pastora. Gustavo Pittaluga (1906-1975) escribiría en 1933 su ballet en un acto La romería de los cornudos, a partir de un libreto de Federico García Lorca y Cipriano Rivas Cherif, que subiría a la escena  la Compañía de Bailes Españoles de Encarnación López Júlvez, más conocida como La Argentinita. El mayor de los Halffter, Rodolfo (1900-1987), exiliado en México tras la contienda fratricida, obtiene el cargo de director artístico del ballet La Paloma Azul, fundado por la bailarina y coreógrafa Ana Sokolow para la que adaptará su Suite orquestal de 1935 a ballet con el título de Don Lindo de Almería, Op.7. Para la misma empresa escribiría el compositor en 1940 el ballet La Madrugada del Panadero Op. 12, con argumento de José Bergamín.

roberto1-kMXG--620x349@abcLa aportación de Gerhard al campo del ballet se inicia en 1934 con Ariel, sobre La tempestad de Shakespeare, escrito para los Ballets Rusos de Monte Carlo (considerados los herederos del afamado Sergei Diaguilev), con decorados y figurines a cargo de Joan Miró, coreografía de Leonide Massine y dirección orquestal de Hermann Scherchen, que finalmente la estrena en su versión orquestal durante el influyente Festival de la S.I.M.C. (Sociedad Internacional para la Música Contemporánea) de abril de 1936 en Barcelona, ya que la música había sido descartada por el bailarín ruso por considerarla excesivamente compleja de coreografiar. Y es que, como señala Beatriz Martínez del Fresno en sus documentadas notas al programa de mano, «la escritura cromática, el uso del serialismo libre y un aliento expresionista caracterizan la partitura», la menos danzable de Gerhard, que no olvidemos que hacía unos años había acabado sus estudios en Viena con Arnold Schönberg y de cuyo magisterio dodecafónico aún no se había liberado totalmente.

La relación del compositor tarraconense con la danza continúa con Soirées de Barcelona (que inicialmente tuvo otros dos títulos: Mont Juic y Los fuegos de San Juan, ballet escrito para la misma compañía que Ariel, y que dirigía musicalmente el húngaro Antal Dorati) de 1938. Son los años de su máximo activismo político, siendo nombrado Asesor Musical del Ministerio de Cultura del Gobierno de Cataluña. Al final de la Guerra Civil, tras la entrada de las tropas de Franco en Barcelona, Gerhard se ve obligado a exiliarse. Tras un breve paso por Francia, en 1940 se instala definitivamente en Reino Unido. Roberto Gerhard alcanzaría pronto jerarquía en el panorama musical británico por su inmenso talento, y recibió encargos de Marie Rambert para la composición de dos ballets (Don Quijote de 1941 y Alegrías de 1942, inicialmente titulado Flamenco y posteriormente Divertimento flamenco)El propio compositor resumiría así el argumento del ballet Alegrías, cuya coreografía corrió a cuenta de la bailarina argentina Elsa Brunelleschi: “La fama y fortuna prometidas por el empresario no tientan ni someten a la bailarina gitana. Su disconformidad es completa y para castigarle por inmiscuirse en su vida libre y feliz se hace un funeral burlesco con plañideras de pago”. El ballet, que recurre a ritmos tan españoles como la jácara, el zapateado, el jaleo o la farruca (y a citas explícitas como el Himno de Riego o el corrido de La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez), tuvo muy buen acogida entre el público inglés y se dieron más de veinte representaciones durante el verano de 1943.

Pandora (1943) fue un encargo del reconocido coreógrafo Kurt Jooss, fundador en 1927 de la compañía de baile de vanguardia Folkwangschule de Essen y que había llegado en 1942 a tierras inglesas huyendo de la Alemania nazi. En palabras de su discípulo más señalado, el también compositor Joaquim Homs (1906-2003), la música de Pandora, el último ballet del compositor de Valls, «pone muy de manifiesto el parentesco temperamental de la personalidad de Gerhard con la de Béla Bartók, tanto en lo que hace a la vivacidad, el color y la riqueza rítmica como a distintos aspectos musicales (escalas, asimetrías, contrastes de textura y estructura, etc.)».  Pero ante todo es una obra en la que, como en todas las suyas, hay numerosas referencias a lo español (la tonada popular Antón Pirulero, la danza de la muerte del Llibre Vermell del monasterio de Montserrat, las canciones de Amadeo Vives La germana rescatada y L’emigrant). Y es que la nostalgia y recuerdo positivo y sin rencores a su tierra siempre estuvieron presentes en Gerhard hasta su fallecimiento en Cambridge en 1970, a pesar del trauma del exilio y de haber recibido todo tipo de reconocimientos y honores por parte de su país de adopción. Incluso tentaciones y presiones para que se nacionalizara, tal era el interés de los británicos de incluirle como suyo en el prestigioso Diccionario Grove de la Música y los Músicos. No olvidemos que el compositor nunca renunció a su nombre en español, que utilizó durante toda su vida pese a sus convicciones ideológicas y avatares por los que discurrió su vida: ni Robert en inglés ni Robert en catalán. Roberto.

Esto nos conduce por fin al título de este post. ¿En qué consiste el enigma Gerhard? En tratar de descifrar por qué España ha dejado transcurrir ochenta años sin rescatar ni reivindicar como se merece a este descomunal compositor, autor por ejemplo del mejor ciclo sinfónico (cuatro numeradas, más la Sinfonía «Homenaje a Pedrell») escrito en el siglo XX por un español, aparte de numerosas obras maestras en todos los géneros. Desde su muerte se había tirado del comodín del franquismo para justificar su ausencia en las programaciones musicales. Aunque los hechos son tercos: aparte de su constante recuerdo a lo español en sus obras, Gerhard pudo entrar cuando quiso en territorio nacional. Ahí están sus periódicos y frecuentes veraneos en Blanes, Costa Brava, que se iniciaron en 1948 invitado por Joaquim Homs. Ya sin Franco desde hacía bastante, en 1984 tuvo lugar en Madrid un memorable concierto monográfico dedicado a Roberto Gerhard a cargo de la agrupación de cámara especializada en música contemporánea London Sinfonietta dirigida por Oliver Knussen con algunas de sus obras para conjunto instrumental más emblemáticas (Noneto, Concierto para ochoLibra, Leo…) y que abrió los oídos a la estupefacta audiencia sobre el gran nivel de este compositor hasta entonces prácticamente desconocido. Años después, durante el felipismo, el 21 de enero de 1992 fue igualmente desaprovechada otra oportunidad de oro para hacer justicia a Gerhard: el estreno mundial de la versión escénica completa de The Duenna / La Dueña en el Teatro de La Zarzuela de Madrid con Antoni Ros Marbá, un declarado gerhardiano, a la batuta. unnamedDesgraciadamente aquellas funciones, con su correspondiente primera grabación mundial para el sello discográfico Chandos, quedaron relegadas a un acto más de relleno para los fastos del año 92. Desde entonces esta ópera, que es sin duda la mejor compuesta por un músico español durante todo el siglo XX (aunque su libreto sea en inglés) y que debería ser de obligada programación anual en los teatros repartidos por el territorio nacional, volvió a ser sorprendentemente guardada en el baúl del olvido. La tercera ocasión perdida fue durante la temporada 2018-19 del Teatro Real, cuando se anunció todo un acontecimiento ya instaurado el sanchismo: la representación en versión escénica de la cantata para narrador, coro y orquesta The plague / La peste (1964, a partir de la célebre novela de Albert Camus), quizá la mejor partitura de Roberto Gerhard, auténtica obra maestra hija de su tiempo, de una sonoridad apabullante, descarnada, al nivel de composiciones trascendentales de autores intocables de la vanguardia musical de la segunda mitad del siglo XX, como Berio, Penderecki o Ligeti y con la que el autor alcanzó un estilo y lenguaje propio e inconfundible. Pues llegó el momento y a pocos meses del ilusionante estreno programado, La peste (que, por cierto, estaría de plena actualidad en estos tiempos de epidemias y pandemias) se cayó del cartel por sorpresa y sin explicación convincente por parte de los responsables del coliseo madrileño de las verdaderas razones de la cancelación.

Este año 2020 se celebra una efeméride en torno a Roberto Gerhard, el 50 aniversario de su fallecimiento (el centenario de su nacimiento, en 1996, pasó de puntillas) y debería aprovecharse para definitivamente reivindicar en su justa medida a este titán de la música española del siglo XX y que se mantenga ya para siempre en el olimpo de nuestros mejores compositores, precisamente no demasiado numeroso. Ya no hay excusas: ahora tendría que ser que gobierna a sus anchas en España un nuevo Frente Popular de izquierdas con aliados nacionalistas catalanes, que es de suponer que deberían estar interesados en la causa gerhardiana. Confiemos en que no pase como en anteriores ocasiones y no se pierda esta inmejorable oportunidad de resolver definitivamente el inexplicable enigma Roberto Gerhard.

 

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

 

Bibliografía:

– Beatriz Martínez del Fresno: Los ballets de Roberto Gerhard. Fundación Juan March. Madrid, 2020. 

– Rafael Valentín-Pastrana: Los titanes de la composición del siglo XX (23): Gustavo Pittaluga. www.eltema8.com, 2018.

– Rafael Valentín-Pastrana: Los titanes de la composición musical en el siglo XX (13, 14 y 15): Los tres Halffter. http://www.eltema8.com, 2015.

– Rafael Valentín-Pastrana: Los titanes de la composición musical en el siglo XX (3): Roberto Gerhard. http://www.eltema8.com, 2012.

– Joaquim Homs: Roberto Gerhard i la seva obra. Biblioteca de Catalunya. Barcelona, 1991. 

 

Nota: La imagen incluida en este post del concierto del día 4 de Marzo de 2020 Los ballets de Roberto Gerhard es © Fundación Juan March / Dolores Iglesias. Madrid, 2020.

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