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Los titanes de la composición en el siglo XX (2): Sergei Prokofiev

La vida de Sergei Prokofiev (Sontsovka, actual Kràsnoye en Ucrania, 1891 – Moscú, 1953) dio muchas vueltas. Pianista prodigioso y enfant terrible de la composición del momento, antes de los 16 años ya se había recorrido medio mundo dando conciertos y estrenando sus obras.

Se exilió en 1918 tras el triunfo de la Revolución Rusa. Regresó triunfalmente en 1936, pero la nomenklatura stalinista nunca le perdonó su fuga. Fue acusado de formalismo en el célebre Decreto Zhdanov de 1948 (la lista estaba encabezada por Shostakovich y también quedaban señalados Khatchaturian, Weinberg, Shebalin, Popov) y prohibida la interpretación en público de sus obras por estar alejadas de los postulados del Realismo Socialista. Por si les pareciera poca venganza, las autoridades comunistas depuraron unos meses después a su mujer, la cantante española Lina Llubera (nacida Carolina Codina Llubera en Madrid, 1897 – Londres, 1989) acusándola de espionaje para Occidente en 1948 y confinándola en un campo de trabajo hasta 1956, cuando ya Prokofiev había fallecido en 1953 (bueno, y Stalin. Y es que en una de las mayores ironías de la Historia, ambos, víctima y verdugo, fallecieron exactamente el mismo día, el 5 de marzo de 1953). Aunque fue rehabilitada y recuperó sus derechos, en 1974 Lina abandonó la URSS, instalándose en Londres hasta su fallecimiento.

Musicalmente podemos destacar tres periodos creativos en Prokofiev. Desde 1911 en que sorprende al mundo con su Concierto nº1 para piano y orquesta, hasta 1935. Es el Prokofiev más salvaje, disonante, innovador y transgresor. De sus obras de esta etapa destacan la Suite Escita para gran orquesta (a la que por sus ritmos salvajes y temática de ritos paganos, y obviamente por su innegable influencia stravinskyana llegaron a bautizar irónicamente como «La consagración de la primavera para pobres». Un crítico ruso de la época, con motivo del estreno de la obra en San Petersburgo en 1916, llegó a escribir: «A algunos les ha sido dado el don de cantar el amor de Romeo y Julieta; a otros, imitar los ladridos salvajes y las absurdas piruetas de los simios«), los ballets El paso de acero y El bufón o las óperas El jugador,  El amor de las tres naranjas y El ángel de fuego.

La segunda etapa se inicia en abril de 1936 con el regreso del compositor a la URSS y abarcaría hasta 1948, el año que cae en desgracia por no someterse a los postulados del Realismo Socialista. Son años en los que, sin embargo, Prokofiev da lo mejor de sí mismo combinando su energía y vigor de juventud con una vena melódica poco común: la Quinta sinfonía, el cuento musical para narrador y orquesta Pedro y el lobo, los ballets Romeo y Julieta y La Cenicienta, la ópera Bodas en el monasterio (hilarante obra bufa sobre nobles hidalgos venidos a menos dispuestos a vender a sus hijas y buscafortunas a la caza de casamientos por dote, ambientada en la Sevilla del Siglo de Oro, y basada en la obra de Richard Sheridan (1751-1816) La Dueña y que sirvió también en esa misma época al español Roberto Gerhard como inspiración para su espléndida ópera en inglés The Duenna), las Sonatas para piano nº 6,7 y 8 o la banda sonora para el largometraje de Sergei M. Eisenstein Alexander Nevsky.

A pesar de que en algunas de las obras de este periodo Prokofiev toma cautelas y empieza a hacer concesiones al culto a la personalidad stalinista (con la ópera Guerra y Paz y una nueva banda sonora para otro film de Eisenstein, esta vez inconcluso, Iván el Terrible / La conjura de los boyardos), el compositor y de paso su esposa, caen definitivamente en desgracia. Nunca le perdonaron que abandonara el país tras el advenimiento de la Revolución, para la que podía haber sido un artista exportable del que presumir ante el mundo capitalista. Y así se lo pagaron.

A partir de 1948 y hasta su muerte en 1953, Prokofiev no levanta cabeza. La lectura de las memorias de su primera mujer Lina no le dejan en este sentido en muy buen lugar al compositor. Superado por los acontecimientos, se refugió en su amante Mira Mendelssohn (1915-1968 y a quien había conocido en el verano de 1938 en el balneario de Kislovodsk, reservado para artistas y autoridades políticas -Mira era hija de un jerarca del Partido- y autora de algunos de los libretos de algunas de sus últimas óperas y ballets: Bodas en el monasterio, Guerra y Paz, Historia de un hombre auténtico y La flor de piedra), se desocupó de sus hijos Sviatoslav y Oleg y no utilizó su influencia para liberar o ayudar a Lina (detenida y confinada en 1948, no casualmente nada más contraer segundas nupcias con Mira Mendelssohn), a la que nunca fue a visitar durante su presidio.

Sergei Prokofiev con su segunda mujer, Mira Mendelssohn

Sergei Prokofiev con su segunda mujer, Mira Mendelssohn

Musicalmente intenta sin ningún éxito plegarse a las exigencias marcadas, pero todas las obras de este periodo son irrelevantes, menores y compuestas con desgana y desinterés. Prokofiev es agasajado por las nuevas generaciones (el violoncellista Mstislav Rostropovich, el pianista Sviatoslav Richter, el violinista David Oistrakh), pero es incapaz de recuperarse tras haber sido humillado públicamente y señalado como artista enemigo del pueblo ni de recuperarse tras la separación forzada de su mujer.

A esta época pertenece el siguiente material que se acompaña, uno de los escasos vídeos que se pueden encontrar en los que Prokofiev interpreta al piano en su casa de retiro veraniega una recopilación en la que está trabajando de valses de La Cenicienta, Guerra y Paz y de la banda sonora de Lermontov.

Como recuerdo de este titán de la composición del siglo XX, quedémonos con la pletórica vena creativa de un Prokofiev en absoluto estado de gracia: la conmovedora escena final de su ballet Romeo y Julieta, la obra maestra total con la que nuestro compositor se puso a la altura, e incluso superó, a sus compatriotas predecesores en el género de la danza: Tchaikovsky y Stravinsky.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

 

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Esta entrada fue publicada en diciembre 6, 2012 por en Música y etiquetada con , , , , , , , , , , , , .

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