El Tema 8

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“Gal·la Placídia” de Jaume Pahissa: otra ópera catalana reestrenada en Madrid

Con Gal·la Placídia / Gala Placidia (1913) de Jaume Pahissa (1880-1969) son ya cuatro las óperas de grandes compositores españoles nacidos en provincias de Cataluña que, para ser conocidas por el gran público, han tenido que ser recuperadas por el Teatro de La Zarzuela de Madrid (La dueña de Roberto Gerhard en 1992, Marianela del propio Pahissa en 2020 y La Celestina de Felipe Pedrell en 2022) y todas ellas muchas décadas e incluso siglos después de su concepción. En concreto, Gal·la Placídia había tenido sus primeras representaciones en enero de 1913 en el Teatro del Liceo de Barcelona (¡en italiano!) y posteriormente en el mismo teatro barcelonés, ya en su versión original en catalán, en febrero de 1933. Y hasta hoy. En 2019 se supo, por boca de Maria Eulàlia, hija del compositor, que recibieron «de Argentina un día la partitura de “Gala Placidia” y fuimos a llevársela a Joan Matabosch, entonces director artístico del Liceo. La perdió». Venturosamente, cinco años después, el milagro ha sobrevenido y la segunda de las cinco óperas de Jaime Pahissa apareció y se reestrena en edición crítica de José Miguel Pérez Aparicio, Juan de Udaeta y Enrique Amodeo. Evento que, aunque sea en versión de concierto, se canta en catalán por primera vez desde aquel lejano 1933 por obra y gracia, para desgracia de algunos, del Ministerio de Cultura de España y del Teatro de La Zarzuela de Madrid. Resulta que un emblema de la causa como Jaume Pahissa no había conseguido encontrar, desde su fallecimiento hace más de cincuenta y cinco años, a ningún catalanista de los muchos que proliferan a la sombra del dinero público que se tomara el interés de representar su ópera. Como canturreaba con nostalgia el Gobernador de la ópera Don Gil de Alcalá de Manuel Penella, de nuevo «¡Fue en Madrid! («¡Tierra maldita de todos los pecados!» apostillaba su confesor)… ¡Fue en Madrid!… ¡Fue en Madrid!». No sería de extrañar que, viendo lo bien que se han acogido en «Madrit» Marianela y Gal·la Placídia, también se terminen reestrenando en la capital de España las tres óperas de Pahissa aún pendientes de reposición: Canigó (1910), La morisca (1919) y La princesa Margarida (1928).

Jaume Pahissa (Barcelona, 1880-Buenos Aires,1969)

El compositor escribió el libreto (es curioso que, como también hicieron Felipe Pedrell, Tomás Bretón o Roberto Gerhard, Pahissa prescindiera de libretista para esta ópera) en tres actos de Gal·la Placídia basándose en la tragedia teatral homónima (1879) en catalán del tinerfeño Ángel Guimerá (1845-1924, de quien se conmemora este año su centenario), uno de los máximos exponentes de la Renaixença, movimiento cultural de la segunda mitad del siglo XIX del que forman parte autores como Jacinto Verdaguer o Joan Maragall, que propugnaban el renacimiento del catalán y el valenciano como lenguas literarias. La acción de la ópera, a camino entre la historia real y la leyenda, se desarrolla durante el año 416 en el palacio de Llobregat, en Barcelona, del rey visigodo Ataúlfo quien, tras saquear Roma, captura a Gala Placidia, esposa del emperador Constancio y a la que entroniza como reina consorte de la Gotia. Acusado de traidor por contemporizar con el enemigo, Ataúlfo es asesinado por Vernulfo, soldado de la guardia real enamorado de la reina Placidia. Como consecuencia de la rebelión, uno de sus instigadores, el noble godo Sigerico, ocupa el trono y pretende que Gala Placidia se convierta en su esclava. Tras el suicidio de Vernulfo por amor, Placidia exige al nuevo rey visigodo que acabe con su vida.

Ángel Guimerá (Santa Cruz de Tenerife, 1845 – Barcelona, 1924)

Para el musicólogo y gran especialista en exhumar obras españolas olvidadas Emilio Casares, «A comienzos de siglo se vivía en la música catalana una doble tendencia: por una parte el seguimiento de un nacionalismo fácil, ligado a la melodía popular, y por otra, el intento de asimilación de los valores musicales europeos. Pahissa se presentó como uno de los defensores más destacados de esta segunda tendencia». Efectivamente, Gala Placidia de Pahissa es una ópera en la que musicalmente se pueden entrever algunas de las corrientes culturales europeas en boga a principios de siglo. Y fue una ópera que fue muy bien recibida, especialmente por la prensa especializada y por el entorno elitista barcelonés en el que se movía el compositor. Pero lo cierto es que su influencia fue nula: en el mismo año del estreno de Gala Placidia, a lo largo de la geografía española el público aclamaba zarzuelas como Los cadetes de la reina (Pablo Luna), El amigo Melquíades (José Serrano), Las golondrinas (José Mª Usandizaga) o Maruxa (Amadeo Vives). Y es que, aparte de Jaime Pahissa, por muchos grandes compositores que intentaran revitalizar el género de la ópera, los gustos musicales del pueblo español desde mediados del siglo XIX hasta la Guerra Civil marcharon por otros derroteros: la zarzuela chica, la zarzuela en dos actos y la zarzuela grande. Como reflexiona Alberto González Lapuente, «La tragedia de la ópera española del XIX-XX (…) es que su calado social (anímico) fue insuficiente, más allá del valor estrictamente material de algunas obras». Y es una pena porque Gala Placidia lo tiene.

Pahissa declararía en vísperas del estreno de su ópera que «La influencia formidable de Wagner pesa sobre mí, y encaminó mis pasos por el drama lírico, como ha tiranizado y dirige aún hoy, a cuantos después de él han compuesto… Nunca se ha apagado, sin embargo, en el fondo de mi sentimiento artístico, un anhelo hacia una expresión musical más clara, luminosa, menos tenebrosa, más proporcionada en conjunto, más en armonía con nuestra raza». Pahissa compone el primer acto (claramente demasiado wagneriano) de su ópera y lo estrena sin escenificar en 1906, transcurriendo casi siete años hasta que completa Gala Placidia. Esta horquilla de tiempo le permite al compositor asentar su impronta creativa, dando lugar a diferencias estilísticas en los otros dos actos de la ópera, donde se aprecian influencias de Richard Strauss, con quien el compositor barcelonés mantuvo una estrecha relación. Además, lo latino y lo mediterráneo terminan empapando el credo artístico de Jaime Pahissa. Y esto explica que sea en los actos segundo y tercero de Gal·la Placídia donde el talento más personal de Pahissa empiece a aflorar, dejando volar libre a la orquesta al margen de los cantantes y que aparezcan momentos de disonancias armónicas y cromatismos extremos que anticipan sus logros venideros con el lenguaje intertonal, técnica creada por Pahissa y que perfeccionará en la década siguiente con sus obras Noche de sueño (1921), Marianela (1923), Monodia (1925) y Suite intertonal (1926). Y es entonces cuando encontramos los momentos más conseguidos de la ópera, como el extenso y mágico dúo entre Verdulfo y Placidia del segundo acto y su deslumbrante y apabullante final, con la masacre entre romanos y bárbaros.

Ramón Casas: Retrato de Ángel Guimerá. Museo Nacional de Arte de Cataluña.

La Orquesta de la Comunidad de Madrid hizo lo que pudo con la complejísima instrumentación de Pahissa, poco común con los estándares orquestales de aquella España de las primeras décadas del siglo XX. Y no muy cómodo (ni muy contento, con constantes indicaciones y ademanes de desaprobación hacia los músicos: quizá no fuera Gala Placidia la obra más apropiada para su debut en el teatro de la calle Jovellanos) se le vio con la batuta al alemán Christoph König que, a pesar de haber recibido enseñanzas de un director de la categoría de Sergiu Celibidache, no basculó bien las dinámicas ni equilibró los diferentes planos sonoros como bordaba el maestro rumano. E, incomprensiblemente, no tuvo el detalle de alzar la partitura en consideración hacia Jaume Pahissa por la merecida recuperación de su música. Del reparto, destacaron Simón Orfila (Ataúlfo) y Carles Pachón (Sigerico), mientras que a Maribel Ortega (Gala Placidia), hierática en exceso, se la notó más insegura con la pronunciación del idioma. No así al mallorquín Antoni Lliteres (Vernulfo), que demostró, aparte de su perfecto acento, una entrega absoluta, un conocimiento profundo de su papel y una adecuada colocación de la voz en su grato registro de tenor.

Jaime Pahissa, que durante más de cincuenta años se había mantenido al margen de la política, finalmente con la Guerra Civil se significó y posicionó al colaborar en la música del film propagandístico Aurora de esperanza (producción del Sindicato de la Industria del Espectáculo de Barcelona, de ideología anarquista y de la que la película hace enérgica apología) dirigida por Antonio Sau. Lo que le terminaría pasando factura a Pahissa: con los sucesos de mayo de 1937 en una irrespirable y cainita Barcelona, se produce el detonante del exilio del compositor quien, aprovechando un contrato con la bonaerense Radio El Mundo, se instala junto a su familia en Argentina, donde residiría (con el paréntesis de alguna visita a España, como en 1961) hasta su muerte en 1969. Desde el destierro, e imbuido de las reivindicaciones regionalistas, Pahissa siguió anhelando y esperando que su música pudiera entenderse como la «emanación de un alma diferente, vibrante del genio de otra raza». Palabras muy apropiadas a propósito de la exhumación de una ópera española escrita en catalán y que sirven para acompañar con música la hoja de ruta que, en estos días de marzo de 2024 y precisamente muy cerca del Teatro de La Zarzuela, algunas formaciones políticas nacionalistas están llevando a cabo, con inexplicable aquiescencia y reprochable complicidad de un presidente del gobierno socialista, para imponer al resto de España sus ensoñaciones identitarias.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Videobibliografía:

– Israel Viana: La Reina que nombró a Barcelona capital y acabó de esclava. Diario ABC. Madrid, 2024.

– Emilio Casares: En torno a «Gal·la Placídia». Reflexión y análisis. Teatro de La Zarzuela. Madrid, 2024.

– Alberto González Lapuente: Halka. Diario ABC. Madrid, 9 de noviembre de 2023.

– Rafael Valentín-Pastrana: La maté porque se reía. www.eltema8.com, 2023.

– Rafael Valentín-Pastrana: La maldición de la «ópera catalana»: Madrid se adelanta de nuevo y estrena «La Celestina» de Felipe Pedrell en primicia absoluta. www.eltema8.com, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: Mestizaje (y un poco de «leyenda negra») en el Virreinato de Nueva España: «Don Gil de Alcalá» de Manuel Penellahttp://www.eltema8.com, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: «La dueña» o cómo el tarraconense Roberto Gerhard combatió desde su exilio inglés a la «leyenda negra»… y al nacionalismo catalánhttp://www.eltema8.com, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: España abre los ojos ante una gran ópera rescatada del olvido: «Marianela» de Jaime Pahissahttp://www.eltema8.com, 2020.

– Diego A. Civilotti: Entrevista a Maria Eulàlia Pahissa. http://.www.plateamagazine.com, 2019.

– Jaume Pahissa: Emanación de un alma diferente. El compositor habla de su música. Eco de sports y espectáculos. Barcelona, 9 de enero de 1913.

https://jaumepahissa.org

Nota: La imagen incluida en este post del diseño del cartel de Gal·la Placídia / Gala Placidia es © Teatro de La Zarzuela. Madrid, 2024.

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