El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

Los titanes de la composición en el siglo XX (1): Dmitri Shostakovich

Este es el primer capítulo dedicado a los más grandes compositores de música del siglo XX. Esta primera entrada de temática musical se la dedico a mi auténtica debilidad, Dmitri Shostakovich (1906-1975).

Dmitri Dmitrievich Shostakovich (San Petersburgo, 1906 – Moscú, 1975). Una de sus raras fotos en las que no luce sus inconfundibles y gruesas gafas

La primera vez que escuché música suya fue en 1978, poco después de su muerte. Yo contaba con 14 años, y en un trayecto de avión, en uno de los canales del hilo musical se programaba la Sinfonía nº10 en Mi menor, Op.93. Su 2º movimiento, un feroz scherzo a la manera de motto perpetuo (presuntamente, un retrato musical de Stalin) me dejó impactado. Al regreso del viaje, lo primero que hice fue ir a comprar esa música. Aquí os subo ese fragmento, en interpretación de uno de los más grandes directores de orquesta del siglo XX, el húngaro Georg Solti, que fue un gran especialista en la música de Shostakovich y quien en una de sus pocas visitas a Madrid, a la que tuve la inmensa suerte de asistir, interpretó otra obra de nuestro compositor, la Sinfonía nº9 en Mi Bemol Mayor, Op.70.

Desde mi primer acercamiento a Shostakovich, no paré de consumir en directo o adquirir música del compositor ruso. Pero no era muy habitual la programación en España de este músico y su discografía era escasa, focalizada casi siempre en las mismas obras (las sinfonías nº 5, 7 y poco más). Por eso en 1987, cuando todavía era complicado acceder a los países del Este, realicé una locura de viaje iniciático (no sólo musicalmente; también me abrió los ojos a otras realidades que yo creía inamovibles y dogmatizaba muy distintas) en roulotte de 40 días, atravesando Europa para llegar a la entonces Leningrado (él había nacido en San Petersburgo, y siempre estuvo vinculado a esta ciudad, incluso en el asedio de esta ciudad en 1941, durante la 2ª Guerra Mundial, donde nuestro autor prestó servicios de bombero, véase la foto) para allí adquirir discos de Shostakovich con obras inéditas que aún no se habían editado discográficamente en España y visitar a manera de peregrinaje sitios de interés relacionados con él.

Dmitri Shostakovich como bombero voluntario durante en asedio de Leningrado, en 1941. El régimen stalinista utilizó hábilmente esta imagen, que recorrió todo el mundo, como símbolo de la resistencia contra la invasión alemana.

Desde entonces pocas son las obras que me quedan de conocer de Shostakovich de su amplio catálogo de 147 composiciones, que cuenta con obras en todos los géneros: sinfonías, óperas, ballets, conciertos para solista y orquesta, lieder, cuartetos (¡y qué 15 cuartetos!), música cinematográfica, etc.

¿Qué es lo que encuentro en Shostakovich para que sea mi compositor favorito? En el siglo XX ha habido músicos más influyentes. Ahí está la Santísima Trinidad: Stravinsky, Bartok y Schoenberg. Incuestionables e influyentes por encima de cualquier otro compositor del siglo pasado. Pero Shostakovich representa como nadie lo acontecido en el siglo XX. Todo ello está en su música: los revolucionarios años 20, el terror stalinista, la 2ª y devastadora Guerra Mundial, con el sentimiento patriótico que surgió en la URSS, el Deshielo tras la muerte del dictador, la invasión de Hungría, la Guerra Fría, la Primavera de Praga, el Antisemitismo, etc. Y además, su música es sentidamente autobiográfica, compuesta en primera persona. Derrama ironía, lágrimas, miedo, sufrimiento, pasión, y estos sentimientos están plasmados en su música como ningún otro compositor del siglo XX supo hacer llegar a la audiencia. Tuvo que vivir una doble vida: la pública, aparatosamente oficial, de discursos distantes y pomposos ante las autoridades estatales. Y la interna, la de su mundo íntimo, la que pudo plasmar en sus pentagramas más sentidos, la de la disidencia interior.

Shostakovich, desde la Sinfonía nº13 «Babi Yar» de 1962 sobre poemas de Yevtushenko, había descubierto la eficacia de utilizar textos que facilitaran al oyente sus puntos de vista sobre las cuestiones de su vida y su tiempo. Con música pura había obtenido grandes logros, pero siempre quedaba abierta a la consideración y discusión de la audiencia lo que el autor, por su cripticismo,  había o no querido decir. En 1969, y para ilustrar su más compleja Sinfonía nº14, Shostakovich se sirvió de poemas de García Lorca, Apollinaire, Rilke y Küchelbecker. Y a través de uno de ellos, escrito por Guillaume Apollinaire («Respuesta de los cosacos de Zaporozhia al sultán de Constantinopla«), el compositor lleva a cabo su definitivo ajuste de cuentas con Stalin. Lo que en 1953 había quedado insinuado en el scherzo de la Sinfonía nº10, queda ahora mostrado sin ambages ni interpretaciones. Es de agradecer los subtítulos del vídeo para apreciar las lindezas que Shostakovich profiere contra el dictador ruso.

Como otra muestra perfecta de este ajuste de cuentas, os subo una obra sorprendente, que compuso Dmitri en 1966 como introducción al Catálogo Completo de sus Obras compuestas hasta ese momento, que se editaba en la URSS. Shostakovich ya era una figura egregia en su país y atrás quedaban los continuos roces y reprimendas del pasado (las que había tenido con Stalin, con Zhdanov, el ideólogo del Realismo Socialista, con Kruschev…). El título, entre lo rimbombante y lo irónico, ya nos da una pista: «Prefacio a la edición completa de mis obras y unas breves reflexiones a propósito de este prefacio, Op.123«. Para su completo entendimiento, os transcribo su texto, una perfecta combinación de farragoso lenguaje oficialista del partido, del que el autor de La nariz se regodea musicalmente con autocitas (cuando el bajo entona «Dmitri Shostakovich», el músico coloca su firma musical de 4 notas, el célebre tema Re, Mi bemol, Do, Si, que en el sistema de notación musical alemán correspondería a las iniciales D-S-C-H de su nombre y apellido, que utiliza como firma cuando quiere reafirmar su libertad como autor), sabiendo que es de lo poco exportable que le queda a la URSS y que todo el mundo le venera y respeta:

«Emborrono una página en un suspiro. La silbo, me escucho con sonido indiferente. Atormento con ella a los que me rodean. Después, ¡a la imprenta y al olvido!. Este prefacio podría ser escrito no sólo en la edición completa de mis obras, sino en la de otros muchos compositores, tanto soviéticos como extranjeros. En fin, aquí­ va la firma: Dmitri Shostakovich, artista nacional de la Unión Soviética, recipiendario de muchos otros tí­tulos honorables, tales como 1º Secretario de la Unión de Compositores de la República Socialista de la Unión Soviética, titular así­ mismo de otros muchos e influyentes compromisos y obligaciones.»

He sobrevivido y ahí está mi obra. Soy intocable. Ahí queda dicho.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

 

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3 comentarios el “Los titanes de la composición en el siglo XX (1): Dmitri Shostakovich

  1. Mila
    junio 22, 2015

    ¡Hola Rafael! ¡Amo la música clásica!, pero sin duda la música de Shostakovich se apodero de mi ser. Mi sinfonía favorita es la número 8 y que decir del cuarteto número 8 op. 110. ¡Gracias por escribir y compartir tu experiencia con la música del mejor compositor del siglo pasado! ¡Saludos!

    • Rafael Valentín-Pastrana
      junio 23, 2015

      Gracias Mila. Ya verías que en mi blog Shostakovich tiene un papel fundamental, con varios posts dedicados a sus óperas, bandas sonoras y grandes intérpretes. A mí es el compositor que más me ha transmitido y no me canso de escuchar sus obras una y otra vez.

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