El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

La Undécima: una vacuna contra la «cholofobia»

La Liga de la pandemia, del fútbol a puerta cerrada sin espectadores (salvo en las dos últimas jornadas y sólo en unos privilegiados estadios, lo cual desluce el trato por igual que teóricamente deberían tener todos los equipos), de los desajustes de calendario con asimetría experimental ha sido liderada por el campeón en treinta jornadas de las treinta y ocho que tiene el campeonato durante seis meses consecutivos. Ciento ochenta días ininterrumpidos de dardos, coletillas, frases hechas a manera de consignas dirigidas con sincronizada unanimidad desde los medios, como si obedecieran a una escaleta diseñada a conciencia y repartida entre las engrasadas correas de distribución con el claro objetivo de intimidar, presionar y socavar la resistencia del Atleti. En pellizcos de monjas se han quedado las críticas despectivas de otras temporadas («No van a aguantar», «Sólo marcan a balón parado», «Los violentos», «El equipo del pueblo», «El Atlético tiene plantilla como para jugar a otra cosa»…).

¿Y qué es la cholofobia? Primero habría que acudir a la definición canónica del sistemático y tergiversado desprecio histórico que hacia lo español dio Julián Juderías a ese fenómeno en su ensayo de 1914 La Leyenda Negra y la verdad histórica: «Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las distintas manifestaciones de la cultura y el arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado contra España, fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad». Trasladada a lo que nos ocupa, esta descripción se traduciría en magnificar los defectos del Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone y sombrear (bannear se dice ahora) sus éxitos. O sea, lo contrario que la cholomanía. Son innumerables los ejemplos de esta cholofobia vivida durante la temporada, pero ahí van algunos de los más significativos hitos del «Contra todo y contra todos» (disfruten de la viñeta de Jorge Crespo -@jorgecrespocano- y no admitan imitaciones ni sucedáneos: al igual que el «Partido a partido», son lemas exclusivamente rojiblanco madrileños por mucho que otras aficiones se los quieran apropiar) que ha tenido que padecer el Atleti y su afición a lo largo de esta agotadora Liga 2020-21:

«El Atleti de Simeone podrá gustar más o podrá gustar menos…«

Así suelen empezar el discurso preventivo muchos con tal de no reconocer lo que desearían: que ojalá tuvieran un Cholo en su equipo. Luego añaden los consabidos latiguillos y las habituales contorsiones y piruetas pero con la boca pequeña: que si es un equipo sólido, rocoso, que trabajan todos para todos, que sabe a lo que juega blablabla. El tema no es que Simeone te pueda o no gustar. Es que al que lo dice, lo que no le gusta es que no entrene a su equipo: no existe en el mundo ni un club ni un aficionado que no quisiera que a su equipo le entrenara un Simeone, con la continuidad y consecución de objetivos y títulos que ha conseguido durante diez años seguidos. Por ejemplo el eterno rival de la ciudad, el subcampeón de Liga 2020-21, lleva más de un lustro tratando de encontrar entre sus jugadores que han hecho el curso de entrenador (o que se lo han homologado) al equivalente de Simeone: Zidane, Solari, Lopetegui… Y siguen en el empeño: ahí están Xabi Alonso, Guti o Raúl fogueándose en las categorías inferiores para en algún momento saltar al primer equipo con la esperanza de imitar la filosofía del Atlético de Madrid de Simeone. Y el Barça lo copia preparando a Xavi Hernández para el salto. Ponga un Cholo en su equipo.

Los equipos revelación

Curioso: casi todos los equipos han sido así etiquetados o recibido parabienes menos el que comandó la clasificación durante el ochenta y cinco por ciento de la Liga: el Cádiz del jabalí Negredo, el euro Granada de Soldado, la Real Sociedad de Odegaard (con el Getafe de Take Kubo se intentó pero el chiste tuvo corto recorrido ante la irrelevante campaña del japonés en el equipo del sur de Madrid: como se ve, hay cierta condescendencia de los medios digna de estudio hacia los equipos que acogen jugadores que fracasaron en la cantera madridista), el renacido Bilbao de Marcelino, el Barça que iba como un cohete hacia el doblete, el Real Madrid del ADN, el Villarreal del juego bonito, el Sevilla que siendo cuarto iba a alcanzar al primero antes de superar al tercero y al segundo, etc. etc. Por el contrario, sobre el Atleti que ganó jugando muy bien muchos partidos, con variadas alternativas de sistema, rotando jugadores, acertando en las sustituciones, sacando virtudes desconocidas de jugadores que resultaron siendo claves y comportándose siempre como un equipo, se prefirió correr un tupido velo, cuando no sobrevoló la duda, la condescendencia o la desconfianza. Viene pasando año tras año. Nada nuevo bajo el sol.

El Barça le ha regalado a Suárez a un rival directo. Y encima le paga al Atleti una parte de su sueldo

Que no es exacto, ya que el Atlético de Madrid le abonará once millones de euros al Barcelona (entre fijo y variables) por el traspaso y de su ficha no precisamente baja le paga nueve millones de euros netos por cada una de las dos temporadas por las que ha fichado. Este es un estilo de reproche al que siempre recurre la bancada madridista para significar una equivocada gestión de su plantilla por parte de los culés, desacertados en las bajas y en sus reemplazos. Pero deberían estar callados porque sus errores y dejadez han sido similares. A Marcos Llorente, despreciado por Zidane tras haber estado cedido al Alavés y haber realizado una magnífica campaña allí, no se le menciona. Y habrá que recordar todos los días sus impresionantes cifras esta temporada: 12 goles y 11 asistencias y su papel decisivo en la consecución del título. Tampoco se nombra a Hermoso, otro de los marginados por el marsellés y que tuvo que hacer las maletas desde Valdebebas. Ambos, que tuvieron que cruzar de acera por ser irrelevantes para los planes del entrenador madridista, recalaron (previo pago, que a la postre resultó barato) en un equipo que apostó por ellos y dirigido por un entrenador que no paró hasta que logró sacar lo mejor de ambos.

«Luis Suárez va a acabar siendo un problema para el Atleti».

Esto vaticinó por escrito uno de esos periodistas que no hay quien lo eche y que inexplicablemente lleva en la poltrona desde hace más de cuarenta años pontificando casi siempre en favor del mismo. Éstas fueron sus palabras esculpidas en mármol: «Luis Suárez no está ni para jugar en el Atlético de Madrid ni para jugar en Primera División». Era el día 12 de diciembre de 2020. El visionario, que si hubiera dignidad periodística no debería volver a ser contratado por ningún periódico, radio o televisión se llama Enrique Ortego y ahí sigue sin agachar la cabeza e incapaz de disculparse. Pero esa frase le acompañará el resto de su vida. Con estos bueyes tenemos que arar. Así salen de un tiempo a esta parte las promociones de periodistas deportivos españoles. Por ejemplo al día siguiente, y como si todo estuviera estudiado y coordinado, el periodista Juan Colino publicó en As un artículo, titulado «Hay tarea con Luis Suárez», en el que se reincidía en las tesis de Ortego: «Suárez es un depredador del área. A 50-60 metros da menos soluciones de las que aportaría, por ejemplo, Diego Costa». El caso es que pese a los vaticinios de muchos (es lo que tiene que en realidad no sean más que deseos), a partir de entonces el delantero uruguayo no paró, marcando diez goles más durante las siguientes ocho jornadas. 21 goles de Luis Suárez que han supuesto para el Atleti la friolera de 21 puntos. 11 goles conseguidos en la primera vuelta y 10 en la segunda, 2 de ellos decisivos en los dos partidos finales. En concreto el último de ellos, y que a la postre significó la obtención de la undécima Liga, partiendo Luis Suárez en carrera hacia el área contraria desde…¡¡cincuenta metros!!

Con posterioridad a la publicación de este post, el autor de este blog ha tenido conocimiento de otra boutade de un cronista deportivo que riza el rizo y que, si no supera la de Enrique Ortego, al menos la complementa, y se ha ganado ser incorporada en este apartado. Pipi (sic) Estrada, periodista (aunque también es especialista en prensa del corazón: cómo no recordar sus devaneos con la actriz porno Lucía Lapiedra o su relación con una famosa presentadora de variedades, a la que Estrada dedicó un tatuaje que rezaba «Terelu forever») y colaborador fijo de esa inagotable cantera de haters de Simeone que es el programa televisivo El Chiringuito, publicó en su cuenta de twitter este trino: «Luis Suárez está acabadisimo q haga el último servicio y gracias por venir». El «mérito» del tuit, ejemplo insuperable de contragafe, es que estaba escrito (aparte de mal) a las 19:56 del 16 de mayo de 2021. Es decir, pocos minutos antes de la famosa pausa de hidratación (que merecerá un epígrafe aparte más adelante) del penúltimo partido de Liga, Atlético de Madrid-Osasuna. O sea, que unos quince minutos más tarde, concretamente en el 87’33» que serían aproximadamente las 20:13 del 16 de mayo de 2021, Suárez le hizo caso a Pipi y marcó el 2-1 definitivo y además, una semana después, prestó otro impagable servicio adicional con el decisivo gol en Valladolid que certificaría el título para el Atleti. Como mínimo, esta frase del señor Estrada merecería ser esculpida en mármol en el Paseo de las Leyendas, junto a la placa que en breve se dedique al delantero uruguayo en el estadio Metropolitano cuando cumpla 100 partidos de rojiblanco.

El comando Panda

El sábado 9 de enero de 2021 Madrid amaneció enterrada de nieve por obra y gracia del temporal Filomena. Durante varios días la capital de España estuvo incomunicada y el partido que ese fin de semana se iba a jugar en el estadio Metropolitano contra el Athletic de Bilbao se tuvo que suspender. Al inicio de la semana siguiente, y ya cuando la nevada remitió y empezó el deshielo, un vecino del jugador Yannick Carrasco le dejó un viejo SEAT Panda (un vehículo ochentero ideal para los rallys nórdicos por la nieve por su poco peso, sus ruedas estrechas y su doble tracción delantera y trasera) para poder acudir a los entrenamientos. Al belga lo acompañaron Hermoso, Lemar y Vrsaljko. Y los jugadores subieron el correspondiente testimonio fotográfico a sus redes sociales y la odisea se hizo viral. Lo que era una simpática anécdota derivó en acusaciones de temeridad. Que si no había que moverse para no colapsar las vías de comunicación, que si sólo se permitían la circulación de vehículos para atender servicios esenciales, que si el coronavirus seguía acechando, que si el coche no tenía pasada la ITV, blablablá. Y allí al lodazal acudieron los habituales mercenarios de la pluma. Pero su campaña se les volvió en contra: el comando Panda se convirtió en un símbolo de cómo los jugadores de un equipo priorizaban ir a entrenar en unas circunstancias adversas empleando un modesto utilitario, sin alardes ni pretensiones. El tiro les salió por la culata… del Panda.

De aspirante a favorito y de favorito a perdedor: «Esta Liga sólo la puede y la va a perder el Atleti».

Como la hispanofobia, el empeño en extender el pupismo es eterno y no descansa. Poco importa el bagaje de triunfos y títulos del Atleti de Simeone todos estos años. Poco importan los antecedentes de Ligas obtenidas por un equipo que sabe aguantar la presión como nadie, en el último partido (10 de 11 y la otra ganada en la penúltima jornada), no como cierto equipo, el único español, que ha perdido dos ligas, dos, y consecutivas en el último partido llegando con ventaja. En Tenerife, para más señas. Poco importa que las pocas finales que perdió el Atlético de Madrid lo fueran todas, hablando en plata, robándoselas. Cuando la renta de puntos comenzó a bajar a mediados de febrero, empezaron con que el Atleti iba a perder la Liga 2020-21 porque lo lleva en su genética y está en su ADN. La mala suerte y el mal fario. Y sufriendo, como siempre. Y punto. El caso es que el Atleti ha tenido esta temporada muy buena suerte: tres victorias logradas sobre el silbato y dos penaltis en contra errados en el descuento. Y que no le ha podido la presión nunca. Y habrá que ver quiénes han sufrido más, si el que ganó o el que perdió. La respuesta parece clara viendo las caras de los jugadores merengues derrumbados por la grada y por el campo a la finalización de sus dos últimos partidos. Y las de los periodistas de la caverna. Pero ahí sigue el racarraca.

¡Tiburón!

Hay tertulianos a los que el guión matinal les asigna una precisa misión diaria. Con el ceño fruncido, gesto de enfado y mueca de contrariedad, estos periodistas acuden a las cadenas de televisión y emisoras de radio a adoctrinar a la ciudadanía. De la boca torcida de Juan Manuel Rodríguez, periodista generalista de día y talibán de la causa nacionalmadridista (uno más: hay decenas) por las noches, han salido grandes éxitos de la propaganda anticolchonera durante las últimas jornadas de la Liga: «Ahí viene el gran tiburón blanco (el subcampeón, equipo de sus amores), que cuando huele la sangre, no suelta la presa» (un clásico del complejo de superioridad del madridista). Luego la cosa se empezó a torcer, el tiburón resultó ser boquerón y asomaron los lloros y las excusas una tras otra: «Aquí nadie está comentando, y lo voy a hacer yo, que al Atlético se le ha perdonado un clarísimo penalti de Savić a un jugador de la Real Sociedad» (un salto de un defensa que mide dos palmos más que el rival y al que gana la posición), «Debería haberse repetido el penalti que ha lanzado el Elche» (imposible porque fue tirado directamente al poste sin que influyera en el lance ningún jugador colchonero), «El vestuario madridista está resignado a que les van a robar la Liga» (típica excusa preventiva de mal perdedor)…

La zona DOGSO

Luis Suárez se escapaba en solitario conduciendo el balón hacia la portería, cuando el último defensor rival le derribó fuera del área. El árbitro de turno se limitó a señalar falta con tarjeta amarilla sin decretar la expulsión del defensa. Y ahí quedó la cosa. A los pocos días, el Real Madrid tuvo una jugada parecida en ataque en un partido de Copa de Europa contra el equipo italiano del Atalanta, a resulta de la cual fue expulsado un defensor de ese equipo por derribar al madridista Mendy. El escándalo fue mayúsculo en Italia y en España se suscitó el agravio comparativo con la jugada del partido del líder en el que similar jugada no se había pitado igual unos días antes. Entonces apareció el palabro mágico para darle forma al distinto trato que sufrió el Atleti: DOGSO son las siglas de «Denying an Obvius Goal Scoring Opportunity», que viene a significar que sólo se debe expulsar al defensor cuando la infracción evita una oportunidad manifiesta de gol en la zona que rodea al área. Y salieron trencillas, ex trencillas y supuestos entendidos a comparar las dos jugadas con líneas y flechas para justificar lo injustificable: que igual viso de acabar en gol tenía la escapada de Suárez que la de Mendy. Y evitar reconocer que se había beneficiado al de siempre y que, en caso de duda, ya se tenía el armazón reglamentario para una futura tropelía. Afortunadamente, del señuelo de la zona DOGSO de marras no se volvió a hablar.

Velasco Carballo acude al rescate

El máximo dirigente del arbitraje español, el ex trencilla Carlos Velasco Carballo, alardea de que nunca entra a valorar en público las jugadas polémicas que se producen en los terrenos de juego ni si el VAR ha estado o no acertado. Lo que sí recordábamos es que en la temporada 2018-19, a raíz de un piscinazo de un jugador del Real Madrid ante el portero de la Real Sociedad y que el árbitro de turno acertó al no señalar como penalti, el tema casi se convirtió en una cuestión de estado y Velasco corrió raudo a darle explicaciones al enrabietado presidente madridista, con el que se ve que tiene hilo directo. En esta ocasión, ante un Villarreal-Atlético de Madrid con el que se frotaban las manos los perseguidores tras el pinchazo que acababan de sufrir los colchoneros contra el Levante, se formó una ruidosa polémica tras una jugada irrelevante de nula trascendencia en el resultado final (un contundente 0-2, que fue lo que realmente escoció): en el centro del campo, Lemar se hizo un autopase ante Capoue, al que el francés arrolló involuntariamente. Lo que era una clara obstrucción del jugador del Villarreal empezó a degenerar: el árbitro De Burgos Bengoechea, que no había señalado ni falta, fue requerido por el VAR para que revisase la jugada por ser merecedora de expulsión y finalmente mostró tarjeta amarilla al jugador rojiblanco. Y ahí tenía que haber acabado la cosa; demasiado castigo, incluso. Pero la prensa empezó a presionar ya que, aparte de que contaban con un nuevo tropezón del Atleti, la siguiente semana se disputaba un Atlético-Real Madrid que podía ser decisivo para la clasificación final de la Liga (de hecho lo terminó siendo) y había que presionar al líder. Entonces Velasco, aprovechando una rueda de prensa sobre el arbitraje en general, vio la ocasión pintiparada para, ahora sí, entrar a valorar con todo tipo de circunloquios y vericuetos la reciente e insignificante jugada en Villarreal: «Esta jugada es maravillosa porque pone de manifiesto que es el árbitro el que toma la primera y última decisión. El árbitro toma la decisión con las imágenes en el monitor. La ve en el monitor y discrepa con su compañero. Para él no es roja y es amarilla. Sensacional. Ahora nosotros tenemos que analizar quién ha tomado la decisión correcta. Nosotros hacemos ese análisis y debatimos con nuestro equipo. Y decimos que para nosotros esto es roja y es el criterio a seguir». El Atlético de Madrid, de nuevo en la picota para deslegitimar sus triunfos y tratar de descentrarle. Cómo sería la cosa, que hasta el consejero-delegado del Atleti, Miguel-Ángel Gil Marín, que tiene la costumbre de ponerse de perfil cuando de lo que se trata es de defender a su club, se vio obligado a salir a la palestra y para aclarar conceptos (e incluso demostrar ciertos conocimientos de los lances del juego, lo que no deja de ser noticia…) con las declaraciones de Velasco Carballo: «No entiendo por qué el presidente del Comité Técnico de Árbitros reprende públicamente a uno de los mejores colegiados que tenemos en España, y más en una decisión que nunca se puede considerar como un error. El árbitro aprecia una jugada en el campo y toma una decisión tras verla por televisión, como la gran mayoría de aficionados al fútbol. Quien haya jugado al fútbol, quien conozca a Thomas Lemar, sólo puede coincidir con el criterio del árbitro en la jugada. No intenta agredir al jugador contrario, ni siquiera quitárselo de su camino, tan sólo pretende continuar la jugada esquivándolo cuando se lo encuentra de repente al intentar progresar en una jugada de ataque». Y concluía poniendo el dedo en la llaga y mostrando de un modo enérgico su indignación: «Estos comentarios públicos son muy peligrosos porque condicionan las decisiones de los colegiados que deben arbitrarnos y dan la sensación de que hemos sido beneficiados por un error arbitral, cuando no es así». Esa misma noche Velasco tuvo que entrar en directo a un programa radiofónico a recular: «En el ejemplo que he puesto jamás he tratado de decir que era roja o no… Me he expresado mal. Puse un ejemplo con la roja que no tenía que haber puesto». Velasco Carballo había intentado acudir al rescate, pero le habían pillado con el carrito de los helados.

«Lo que pasó ayer en el Wanda no debería volver a pasar. Y no hablo del atraco de Hernández Hernández».

Antonio García Ferreras, confeso periodista de izquierdas y madridista militante, soltó sin venir a cuento desde su púlpito político televisivo saneado por el PP y desde el que escupe veneno a diario esta perla en referencia al partido que se había jugado en el estadio Metropolitano y en el que el Atlético de Madrid y el equipo del que es consejero áulico empataron 1-1. Se refería a una jugada dudosa en la que el árbitro (el que se supone que atracaba, Alejandro Hernández Hernández) no estimó como penalti una mano involuntaria del defensa rojiblanco Felipe. Así es el nacionalmadridismo: lanzando soflamas por tierra, mar y aire a través de los innumerables medios y altavoces con que cuentan. Frustrado por la oportunidad desaprovechada de acercarse al líder, Ferreras prefirió extender la sombra de la duda antes de hacer autocrítica y dar gracias al cielo por salir vivos en un partido en el que el Atleti fue muy superior al Real Madrid durante setenta minutos de juego y en el que sólo un gol postrero de Benzemá cuando el partido ya agonizaba evitó el adiós a la Liga de su equipo. Unas semanas después Ferreras añadiría sin sonrojarse: “El VAR es la manipulación y la trampa continua en favor de los de casi siempre en estos últimos años». Y, por increíble que parezca, no se refería al Real Madrid.

No vale marcar en el descuento

En la jornada 32ª se enfrentaban los dos atléticos en el Metropolitano para recuperar el partido suspendido por aquella nevada en Madrid de una dimensión que no se recordaba en décadas. Al filo del descanso los extra motivados jugadores bilbaínos vencían 0-1. Los perseguidores ya se frotaban las manos: el Atleti seguía deshinchándose. Pero el balsámico empate, preludio de la remontada que al final se produjo, lo logró Marcos Llorente en el 46’05» durante el tiempo que el árbitro había concedido de alargue. En concreto había decretado un minuto de prolongación, sesenta segundos. El surrealista debate de si hay que dejar que acabe la jugada mientras esté el balón en juego y aunque el descuento ya se haya sobrepasado o de si el juego se debe detener a las bravas duró un par de días, no se crean…

«Si ganamos esta Liga, yo no la voy a celebrar».

Afirmaciones de este estilo han venido de periodistas y tertulianos de los dos equipos perseguidores del Atleti, pero especialmente del Barça, para quitarle mérito a su liderato y escudándose en excusas peregrinas con tal de no elogiar los méritos y virtudes que llevaba exhibiendo el club colchonero durante toda la campaña liguera. En concreto su autor fue el ex-jugador culé «Lobo» Carrasco que (al igual que otros estajanovistas de la causa nacionalbarcelonista que en distintos momentos del final de temporada vinieron a decir algo similar, como Carme Barceló, Cristina Cubero, Dani Senabre o Jota Jordi) sigue aferrado al fútbol de salón promovido por su líder y maestro Pep Guardiola, despreciando en plan displicente y supremacista «el otro fútbol» que practica Simeone. Y si su Barça no va a ganar la Liga con 100 puntos y practicando el «tikitaka», es que la misión no valía la pena. Eso sí, cuando su equipo consiguió enlazar en la segunda vuelta una muy buena racha de resultados a la que añadieron el título de Copa del Rey en el mes de abril, rápidamente todos ellos se vinieron arriba y salieron a afirmar campanudamente que su Barça iba a ganarlo todo hasta el final de Liga y que olía a doblete. Encargaron encuestas y eran demoledoras (normal: el que paga al gaitero, elige la tonada…). La dura realidad, tras los típicos pinchazos inoportunos de los blaugranas de cada temporada, les bajaron antes de tiempo de la irreal nube en la que se habían subido.

Un penalti inconstitucional

Sólo faltaba un partido para concluir la jornada 35ª, y tras el empate entre Barça y Atlético de Madrid en la ciudad condal, el Real Madrid se preparaba para asaltar el liderato dando por hecho que sería pan comido. «Sabemos todos quién va a acabar hoy como líder del fútbol español??? Lo sabemos, verdad???», tuiteó eufórico y relamiéndose el fiel Alfredo Duro, otro mamporrero de la causa a pesar de ser del Getafe F.C., que se las prometía muy felices.

Como es costumbre entre el madridismo, se ninguneaba al rival que se iba a enfrentar a ellos, pese a ser un Sevilla F.C. siempre complicado, en muy buena racha y con un entrenador que tenía una espina clavada por su aparatosa destitución cuando dirigía al club blanco. Lo que vino después, cuando el partido se jugó en el campo, ya lo conocemos: empate, oportunidad perdida, llanto y rechinar de dientes. Al día siguiente en una tribuna de As, periódico siempre al rescate, Diego López Garrido, funambulista de la política, primero comunista y luego socialista, escribía una abracadabrante columna en la que sostenía, todo serio, que «El salto de Militao no iba dirigido a dar con el brazo en el balón, porque, cuando le toca, aquél se encuentra de espaldas. El contacto con el balón es, pues, objetivamente involuntario. Se cae de su peso. Es no sancionable, se mire por donde se mire. También si lo miramos desde el derecho español. El penalti pitado a Militao fue “inconstitucional”. Y se quedó tan ancho y se volvió a sus puertas giratorias.

La elegancia de llamarse Zinedine

Los mismos periodistas que saltan a la yugular de determinados entrenadores y jugadores cuando se dirigen a protestar al árbitro y que les parece muy bien que se les sancione desproporcionadamente con ocho partidos, esta vez defendieron que la actitud de Zidane de buscar, esperar y abordar a Juan Martínez Munuera (o sea, un avieso y premeditado acoso en toda regla), árbitro del partido Real Madrid-Sevilla, era un ejemplo de compostura y buenas palabras…sin tener ningún audio de lo que se había hablado. El trencilla, gracias a la tecnología del VAR, se había limitado a anular un gol de Benzemá que inicialmente había concedido incorrectamente («Yo no habría anulado ese gol, sólo era por unos centímetros de la bota de Odriozola», declararía otro eminente cruzado de la causa que ha estado toda la temporada especialmente escocido: Santiago Segurola) y en señalar un penalti por mano clara de un defensor madridista previo a un contragolpe que acabó inmediatamente en otro penalti a favor del equipo blanco, pero que lógicamente quedó anulado. Es decir, dos aciertos. «Zidane se queja con elegancia», tocó a rebato desde su púlpito uno de los cabecillas de la banda, Josep Pedrerol. Y todos a una, al día siguiente, a la señal acudieron. Así lo recogía un servil plumilla del periódico de otro habitual del palco del Bernabéu, Pedro J. Ramírez: «Zidane, que no protestó airadamente durante la celebración del choque, sí decidió esperar el colegiado tras el encuentro para poder hablar con él. Eso sí, el entrenador galo no perdió las formas en ningún momento, no hizo aspavientos ni gestos, con sus brazos ni con sus manos y fue de forma educada y elegante a preguntar al colegiado lo que había sucedido y el porqué de las decisiones tomadas. Zidane reconoció que el árbitro le había dado explicaciones que no le habían convencido y que para él no eran suficientes para entender las decisiones que se habían tomado durante un encuentro en el que los dos goles del Sevilla vinieron de acciones polémicas y decisivas». O sea que a Zidane le entró por un oído y le salió por el otro lo que le razonó Munuera. Curiosa manera de dialogar. «Hablando se entiende la gente», vaciló a través de sus redes sociales el barcelonista Gerard Piqué con su habitual retranca cuando se trata de comentar temas del equipo blanco y especialista en encabronar a los madridistas. Raro que tras la charla ningún periodista de cámara pidiera para el entrenador francés el Premio Nobel de la Paz.

¡Hay que abandonar la Liga y fundar la Superliga!

«El VAR ha venido a qué???? A matar al Madrid!!!!!!! Florentino… Vámonos de aquí!!! Esta gente no nos merece!!!!!» tuiteaba el ínclito Alfredo Duro. La bautizada por Guardiola como «Central Lechera» ponía a toda su brigada a trabajar tras el escándalo (?) contra el Sevilla. Era 9 de mayo y había acabado la jornada 35ª. Pero conviene recordar que todo había empezado el 18 de abril, cuando, en domingo y con nocturnidad, el presidente del Real Madrid se había echado al monte junto a otros equipos punteros europeos para crear una nueva competición al margen de la UEFA que les supusiera unos mayores ingresos que los que obtenían a través de la Champions League. La disidencia se frustró a los pocos días, ante lo faraónico del proyecto (como todo lo que rodea a Florentino Pérez, desde la innecesaria reconstrucción del estadio, que se le ha desmandado presupuestariamente, hasta sus fichajes soñados para los que no tiene dinero, pasando por el complejo de superioridad que destilan todas sus interesadas decisiones) y sólo el Barcelona (otro equipo en apuros económicos y crisis institucional, pero también muy dado al supremacismo identitario) se quedó colgado de la brocha, mientras que los otros invitados por misericordia del señor Pérez (entre otros, el Atlético de Madrid) se fueron descolgando gota a gota para evitar que la UEFA adoptara duras sanciones contra ellos. Aunque casi todos los medios deportivos españoles están vendidos al duopolio, prácticamente todos manifestaron reservas hacia esta nueva competición. De los pocos espacios que defendió la Superliga fue precisamente el que dirige el ex barcelonés y neomadridista Josep Pedrerol y donde vocea Alfredo Duro, que recibió la noche siguiente al disidente presidente madridista para intentar convencer al mundo de las bondades de su gatillazo. Y durante las semanas siguientes a la sesión de baño y masaje en territorio propicio, y coincidiendo con las eliminatorias de Copa de Europa, se intentó condicionar los arbitrajes del Real Madrid-Chelsea. Que si la UEFA iba a dar una lección y que si iban a machacar arbitralmente a los blancos. El caso es que no hizo falta porque el equipo inglés, ninguneado hasta entonces, pasó por encima del Real Madrid en los dos partidos de la eliminatoria. La táctica del victimismo y el lloro preventivo fue aplicado a continuación a la competición doméstica con el único objetivo de que los arbitrajes les beneficiaran o que perjudicaran al líder. Queda por ver si la UEFA ejecuta una vendetta ejemplar contra los cabecillas de la rebelión, en forma de exclusión de la máxima competición continental durante unas cuantas temporadas.

El cuento de la lechera

«Si ganamos los tres partidos que quedan, la Liga será nuestra porque dependemos de nosotros mismos». Estas declaraciones las realizó Zidane cuando quedaban 9 puntos en juego…y su equipo no dependía de sí mismo, sino de lo que hiciera el Atlético de Madrid, para ganar el título ya que los rojiblancos estaban por delante suyo. En rueda de prensa y sin que se le cayera la cara de vergüenza ni se le quitara la cargante y bobalicona sonrisa de la boca. Y ningún periodista presente ni ningún columnista al día siguiente le cuestionó ese oxímoron. Bravuconadas parecidas ya había proferido el entrenador madridista cuando quedaban seis y ocho partidos, e inmediatamente le habían seguido al dedillo la habitual legión de pelotas confundiendo sus deseos con la realidad. Por ejemplo la labor de ese curioso personaje llamado Edu Aguirre (que no se sabe muy bien si es periodista o secretario de Cristiano Ronaldo), era repetir semanalmente sus cálculos de cuántos puntos iban a ganar su equipo y cuántos se iba a dejar el Atleti. Y los erró uno detrás de otro y la cruda realidad le fue bajando de las nubes al ir reduciéndose el margen de error. Y lo mismo pasó a la finalización de esos tres partidos del Atlético de Madrid contra Real Sociedad, Osasuna y Valladolid: el innombrable (en la rueda de prensa tras la última jornada de Liga, el entrenador madridista no le felicitó a Simeone por la conquista del título) vecino de la capital no se había dejado ninguno de los nueve puntos en juego. Con parecidas predicciones se ha movido en varias ocasiones durante la segunda vuelta el entrenador del otro gran perseguidor del Atleti: el F.C. Barcelona de Ronald Koeman. Y la realidad ha sido igualmente dura y tozuda. Quizá en vez de jugar a videntes, los dos entrenadores perseguidores de Simeone debieron confesar que «Si no ganamos los partidos que quedan, nos echan». Y es que, viendo cómo ha acabado la cosa, todo apunta a que tanto Zidane como Koeman o se van a ir o no van a ser renovados por sus equipos. Y eso sí que lo lo ve cualquiera sin necesidad de jugar a ser pitoniso.

La pausa de hidratación

Algo que llegados los calores post primaverales viene siendo costumbre, se cuestionó por parte de las terminales mediáticas nacionalmadridistas para poner en duda el valor de la remontada del Atleti contra el Osasuna en la penúltima jornada de la Liga. Poco importó que los delegados de los dos equipos pactaran al inicio del partido con el árbitro la pausa de cada tiempo y lógicamente sin adivinar si esas interrupciones iban a beneficiar o perjudicar a un equipo. El del tiburón blanco acudió fiel a la cita a recitar obedientemente el argumentario que le habían preparado desde arriba exhibiendo un papelucho con membrete federativo: que sólo se podía pausar el partido si hacía 30º o más y que en ese momento, el minuto 75 de partido, sólo hacía 24º según su aplicación de la Agencia Española de Meteorología. Y por tanto la pausa era ilegítima. La pausa del primer tiempo, la que podría haber cortado los mejores minutos del Atlético de Madrid, asediando a Osasuna con 0-0, no: ésa sí era legítima. Y las que se pactaron en otros partidos.

«Los niños vienen por Cristiano pero se van a encontrar cholismo».

En su artículo de ABC «Un mundo con Cristiano», el columnista político Hughes, que (al igual que Salvador Sostres con su Barça sin haber jugado al fútbol en su vida) también tiene encomendadas las crónicas de los partidos de su equipo («¿De dónde saca que yo soy del Madrid?» espetó por Twitter al que esto suscribe tras reprocharle un servidor su madridismo y falta de objetividad) escribía sobre la reciente crisis durante el mes de mayo entre España y Marruecos a propósito de los menores que fueron lanzados desde el espigón de El Tarajal o forzados a saltar la valla de Ceuta: «Esos niños iban a ver a Cristiano, su propósito era puro, su emigración comprensible, y a Cristiano no se lo van a encontrar…Los niños de Marruecos están abiertos a la verdad y admiran el siiiiiu, pero les espera Militao y el sistema de rencor cholista…Los niños vienen por Cristiano, y los mayores ilusionados con la mujer europea, pero se van a encontrar cholismo y feminismo masmadrid». Una miserable manera de trivializar un drama que puede derivar en conflicto y una indecente muestra del odio hacia Simeone y el Atlético de Madrid.

El pacto de Pucela

Aunque sonara a broma y twitteratleti rápidamente se cachondeara de la maniobra viralizando el hashtag de rima fácil #PucelaMeLaPela, la jugada perpetrada por el diario Marca a toda portada, también vendido al florentinato, es de lo más grave que ha rondado la competición nacional de fútbol durante toda su historia. Lo que había pasado es que el 18 de mayo se habían reunido a comer en Madrid como viejos amigos Luis Suárez y Leo Messi, con sus respectivas esposas, para hablar de esto y lo otro, es de suponer que de los buenos tiempos que vivieron en el Barça, de que qué tal iban los niños en el cole, de lo harto que estaba Messi del pancatalanismo y de que qué tal le iba al uruguayo en Madrid. Nunca se sabrá ni nos importa. Y es de imaginar que aquello no dio para conspirar mucho, si acaso un «Boludo, ojalá ganés la Liga a esos pendejos» del argentino hacia su ex compañero. Pero contemplando aquello y viendo que las posibilidades de que el líder pinchara se acababan, el nacionalmadridismo contraprogramó. Así al día siguiente uno de los más estajanovistas lamebotas de Chamartín, José Félix Díaz, se inventó a la desesperada un inexistente acuerdo de estado entre Real Madrid y Valladolid para que los pucelanos dieran el do de pecho frente al Atlético de Madrid: «El Valladolid necesita ganar y esperar a lo que hagan Elche y Huesca para mantenerse en Primera. Ronaldo, presidente del club castellano, sabe que ese resultado acercaría y mucho la Liga al Real Madrid, equipo del que nunca ha ocultado la simpatía y admiración que siente y cuyo presidente y entrenador forman parte de la vida deportiva de brasileño. La relación entre Ronaldo Nazario y Florentino Pérez nunca ha sido la de presidente y jugador. Han ido más allá y el brasileño sabe que el sábado no será un partido más, primero por su club y, después, por lo mucho que se juega el Real Madrid». El plan abyecto (y cuya única prueba era un foto tomada en Fez, Marruecos, en la que posaban Zidane, Florentino Pérez y Ronaldo…¡¡en 2008!!) fue secundado por más periodistas de bufanda, con comportamientos ruines de una gravedad rayando en la inducción al delito que se debería investigar, ya que blanqueaban las primas a terceros. Se acordaban, a buenas horas, de un equipo que venía de recibir dos goleadas consecutivas cuando tenía en su mano poder salvarse y precisamente ahora le lanzaban la patata caliente de matarse contra el líder para beneficiarse ellos sin importarles si los pucelanos bajaban o no. Ignoraban que la afición vallisoletana no está precisamente encantada con la gestión de Ronaldo. Y en Concha Espina, siempre prepotentes, daban por hecho un detalle al parecer sin importancia y en el que no habían recabado: que el Villarreal les iba a poner la alfombra, cosa que comprobaron durante 88 minutos que no iba a ser así. Demasiado tarde. El ningunear al rival les impidió haber presionado al Atleti cuando éste recibió pronto el gol del Valladolid y podían haberse cernido las dudas sobre la escuadra de Simeone. Cuando el Real Madrid remontó el marcador adverso al límite del pitido final, ya fue inútil porque el Atlético de Madrid ya había dado la vuelta al partido y los resultados de los otros rivales involucrados en el descenso hacían ya irrelevante el empate o la victoria de los de Pucela que, en esos momentos, también aflojaron quizá entendiendo que habían sido utilizados. Pero el rastrero intento de adulterar la competición formará parte para siempre de la ignominiosa historia negra del nacionalmadridismo.

El Atleti ha dilapidado su ventaja

Un imposible porque no se ha llegado a dar. Se habrá deseado y se habrá soñado, eso sí. Esto se ha venido repitiendo como un mantra desde que el Atlético de Madrid dejó de ganar a velocidad de crucero y le dio por conceder algo de interés a la Liga. Un lógico bajón (todos los equipos los han tenido, de ahí que ninguno haya alcanzado al campeón) que aprovecharon los futurólogos a sueldo para extender las dudas. Durante la primera vuelta no se le daba mucha importancia a los números del Atleti. El clásico «ya caerán». Pero cuando de 57 puntos posibles los de Simeone llegaron a 50, ya bastaba de bromitas, que la cosa no tenía ninguna gracia. Y empezó otro clásico de la pataleta: «La Liga se les va a hacer muy larga». Incluso tras la consecución del título, los comentaristas de la cadena Movistar seguían comentando durante la celebración de los jugadores y los técnicos a pie de campo no sé qué de desaprovechar la ventaja. Julio Maldonado (treinta cómodos años le contemplan enchufado al Grupo Prisa gracias a hacerle a Alfredo Relaño, otro egregio nacionalmadridista, una selección en VHS de los mejores goles de alguna exótica y desconocida liga) afirmaba esto instantes después de la conquista del undécimo título liguero colchonero: «El Atlético estuvo a punto de dilapidar… casi casi dilapidó toda la ventaja que tenía…». Y acto seguido el relativamente objetivo Álvaro Benito (pero con carnet madridista: el ciervo tira siempre al monte) remachaba «La verdad es que, una vez que dilapidó toda esa ventaja, todo el mundo daba como que prácticamente la Liga la tenían en el bolsillo…». Dilapidar el Atleti no dilapidó nada. Otra cosa es lo que estos dos y otros muchos más lo hubieran querido.

El Cholismo como bomba vírica

Como postreros esfuerzos de seguir empañando la obtención del título una vez consumado y negarle al Atleti el pan y la sal, encontramos un apocalíptico titular de El Mundo a propósito de la fiesta de la noche del sábado entre jugadores y afición: «La vergonzosa celebración de los futbolistas del Atlético. Los futbolistas del Atlético manchan su título de Liga: se saltan todas las medidas de seguridad contra el Covid para celebrar con los aficionados». Había que deslegitimar la undécima Liga del Atleti como fuera. El testigo fue entregado al grupo Atresmedia, otros que desde su privilegiada posición de oligopolio machacan a diario para que los españoles sigamos la senda apropiada en política y fútbol. Esa misma noche y en uno de sus múltiples canales, Mega, otro esbirro de Concha Espina, José Luis Sánchez, con cara larga e inyectados los ojos en sangre (o a saber en qué), condenaba a jugadores y afición por semejante irresponsabilidad a la vez que Alfredo Duro exhibía semblante de indignación porque los jugadores rojiblancos, durante la celebración a pie de campo… ¡pretendían llevarse como recuerdo un retal de las redes de la portería sin pedirle permiso al Valladolid! Él que, acoplado en una final de Champions League, cortó las mallas sin preguntarle al Cardiff. En pocos días se comprobó que el problema no eran los contagios del virus, sino que se fuera a extender la cholomanía: los ascensos de categoría y la obtención de títulos por parte de otros equipos españoles se celebraban multitudinariamente sin objeción alguna de estos mismos talibanes. Lo que muchos hubieran preferido es que no hubiera habido celebración, como la que no se organizó absurdamente tras el 2-4 frente al Real Madrid en la Supercopa de Europa de Tallin 2018 y así pasa luego que algunos no cuentan este triunfo como título. Pero esta vez no se repitió aquel inexplicable error y el Atleti celebró el título con su fiel afición. Desde otra de las cadenas del holding inyectadas con dinero público, La Sexta, se había llamado a la ciudadanía quince meses antes a participar sin miedo al contagio en la manifestación feminista del 8 de mayo de 2020, con el virus del COVID desbocado. O habían mantenido silencio sepulcral durante las continuas manifestaciones separatistas celebradas irresponsablemente en Cataluña durante los tiempos de la pandemia. Otro de los canales que pretende marcarnos nuestro modo de vida, Movistar (que no es más que el Canal Plus reflotado de la quiebra por Tele5/Mediaset y disimulando su nombre) ridiculizaba por esas fechas el miedo a los contagios con la campaña del campechano David Broncano (que, como consuelo, es también activista colchonero) «¡Coronavirus, oé… coronavirus oé!». Meses después esos mismos comunicadores celebraban que en el mes de julio el presidente del Gobierno de España se tirara a la piscina vacía afirmando que ya habíamos derrotado al virus. Pues resulta que a todos estos telepredicadores, cuando en ningún país del mundo ya se lleva mascarilla en exteriores y cuando en España las curvas de contagios, ingresos en UCIs y fallecimientos afortunadamente están desde hace semanas en encefalograma plano, les parece muy mal que los jugadores del Atlético de Madrid celebren sus éxitos con los aficionados. Todo por interés ideológico y partidista extendido por peones que siguen a todas horas intoxicando y propagando el odio hacia el club colchonero. La atletifobia y la cholofobia nunca descansan.

El caso es que, contra viento y marea, la temporada llegó a su fin y el Atlético de Madrid conquistó su undécimo título de Liga en Valladolid en la última jornada de la interminable y fatigosa temporada 2020-21. Todos lo vimos y lo disfrutamos. Pero eso no hubiera sido posible si en la jornada anterior el club colchonero no hubiera arrebatado el campeonato al eterno rival de la capital en el minuto 87 con 33 segundos. Dirán que es el torneo de la regularidad y en el que todos juegan contra todos. Sí, pero el Atleti le ha ganado la Liga al Real Madrid, que es el que la lideraba en la penúltima jornada del campeonato antes de que Luis Suárez marcara contra Osasuna en el 87’33» y no a otro. Un segundo antes los madridistas se veían campeones; tenían la copa entre los dedos y se les escapó y ya nunca les volvió. Ellos sí que la perdieron. Sin ese gol de Suárez en el penúltimo partido de Liga, la undécima copa de campeones de Liga no estaría en las vitrinas del estadio Metropolitano.

Estos fueron, junto al charrúa, los héroes de esta nueva proeza, con Diego Pablo Cholo Simeone y su cuerpo técnico al frente, que será recordada para siempre: Oblak, Trippier, Felipe, Giménez, Hermoso, Llorente, Koke, Saúl, Carrasco, Correa, João Félix, Lodi, Herrera, Kondogbia, Savić, Lemar, Torreira, Vitolo, Dembelé, Vrsaljko, Manu Sánchez, Grbic, más Diego Costa, Saponjic y Thomas. Este equipo es ya leyenda viva del Atlético de Madrid.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Este post está dedicado a mi padre, Juan Antonio, que me hizo del Atleti y a mis hijos Rafa y Mercedes que continúan el legado. Los cuatro hemos podido celebrar juntos el undécimo título de Liga del Atlético de Madrid.

3 comentarios el “La Undécima: una vacuna contra la «cholofobia»

  1. 3m3j3
    mayo 25, 2021

    Fantástico 👏👏👏👏👏👏
    #OrgulloRojiblanco

  2. Jose Salmerón
    mayo 25, 2021

    Todo verdad. Enhorabuena

  3. José Antonio Salmerón
    mayo 25, 2021

    Más razón que un santo. Parece imposible haberlo conseguido. Enhorabuena por el artículo. Un saludo

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Esta entrada fue publicada en mayo 24, 2021 por en Atlético de Madrid y etiquetada con , , , , , , , , , , , .

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