El 17 de mayo de 2013 será una fecha a recordar por todos los aficionados del Atlético de Madrid. Se acabó finalmente con dos rachas nefastas. Tras 17 años sin lograr el título de Copa del Rey (habiendo perdido las 3 últimas finales jugadas) y 14 años sin lograr vencer al eterno rival, el Atleti se alzó con el preciado trofeo, venciendo al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu por 1-2, repitiendo 21 años después la gesta del 27 de junio de 1992, cuando el Atlético doblegó igualmente en su feudo al Real Madrid por el resultado de 2-0 con goles de Schuster y Futre.
Precisamente un Futre muy activo y presente en los medios durante los días previos a la Final (como Manolo, Schuster, Alfredo y otros héroes de la gesta del 92; muy buen trabajo del departamento de prensa y comunicación del club) ayudó de una manera impagable a inculcar en los jugadores la relevancia de un partido como éste y lo que significaría para ellos, la entidad y la afición derrotar al club merengue en su propio estadio y en la Final de Copa. Las míticas y legendarias palabras previas de Luis Aragonés apelando al sentimiento rojiblanco para vencer al eterno rival en el 92; el recuerdo a las burlas y humillaciones que sufrió el lateral derecho Pizo Gómez por parte de los prepotentes jugadores del Madrid, ayudaron a mentalizar a la plantilla y al entrenador (como Simeone reconoció a Futre inmediatamente en la rueda de prensa posterior al partido y en distintos medios radiofónicos) de que éste era el momento adecuado para resarcirse de tanta soberbia y menosprecio acumulados durante estos 14 años.
En un partido imborrable ya para la memoria colchonera, el Atleti se repuso del gol inicial del rival a base de apretar los dientes y no escatimar esfuerzo en cada uno de los lances del juego. Tres remates al poste del Real Madrid, gol salvado en la línea por Juanfran y paradas estratosféricas de Courtois venían a presagiar que éste sí iba a ser el día del final del gafe, de la maldición. Mientras el Real Madrid se desesperaba y desquiciaba (Mourinho y Cristiano Ronaldo, símbolos de la impotencia, expulsados), el Atlético de Madrid apretaba los dientes y afilaba el cuchillo en espera del deseado ajuste de cuentas.
Y en la prórroga (como en las finales de Copa de los años 1991 y 1996, como en las semifinales y final de la Europa League de 2010), llegó su momento. Miranda, el magnífico central que vino libre, y que se lo merecía más que nadie (en los días previos declaró que en el colegio sus hijos recibían continuamente por ser del Atleti con cruel prepotencia las burlas de sus compañeros) marcó con justicia poética el gol que quedará en la retina y memoria de todos los colchoneros. Antes Diego Costa (otro estigmatizado y demonizado por la prensa y afición blancas) había iniciado la remontada al gol inicial de Cristiano. Ambos goles del Atlético de Madrid, para más inri, fueron conseguidos (al igual que en la Final de Copa de 1992) en la portería del Fondo Sur, destinado en exclusiva a la atónita afición madridista.
Los rostros incrédulos, alucinados, bloqueados de jugadores como Essien, Marcelo, Pepe, Cristiano Ronaldo, Xabi Alonso, Albiol, Higuaín, Sergio Ramos, Ozil, Di María, que nunca habían sido derrotados por el Atlético de Madrid, lo expresaban todo. Como gran parte de la reciente, voluble y arrogante afición del Real Madrid, los jugadores blancos (no así leyendas como Di Stéfano, Puskas, Amancio, Benito, etc. que siempre han hablado respetuosamente del Atlético, considerándolo el verdadero y peligroso rival histórico de su equipo) se habían terminado creyendo que el Atlético de Madrid nunca sería capaz de vencerles. La venganza del Atleti, el Neptunazo, ha tardado en llegar, pero viene en el momento preciso y en lugar más apropiado. En este sentido siempre permanecerá en el imaginario rojiblanco la mágica secuencia de la liturgia del canterano Koke, (autor de la maravillosa asistencia que supuso el gol de Miranda) dirigiéndose en silencio y en solitario al centro del campo durante la celebración final, para depositar, extender con mimo y besar en el centro del campo (pica en Flandes, territorio comanche) una bandera del Atlético de Madrid. El soñado desquite provoca también consecuencias indirectas en el equipo blanco. Ni Mourinho ni Cristiano Ronaldo subieron a recibir el trofeo de subcampeón a manos del Rey de España, algo inédito en la historia de la competición e incompatible con aquello de «Cuando pierde, da la mano«. Y viene a representar la ruptura definitiva (al menos del entrenador luso, que abandonará el club al final de temporada, pese a los dos años que aún le restaban de contrato) con el equipo al que vino a dirigir sin otro objetivo que desentronizar a cualquier precio la tiranía de títulos del Barcelona de la era de Pep Guardiola, pasando por encima de todo y de todos, incluyendo ex-jugadores/técnicos emblemáticos (Valdano), jugadores en activo insustituibles (Casillas, Pepe…), compañeros entrenadores (acusaciones a Preciado, desprecios a Pellegrini y al entrenador de su filial Alberto Toril, agresiones a Tito Vilanova…) afición (cainismo que ahora ha calado hasta las entrañas de la afición entre mourinhistas y antimourinhistas) y periodistas (conflictos verbales e incluso físicos entre periodistas afines y no al entrenador, enfrentamientos entre tertulianos que opinan exclusivamente en clave o Real Madrid o Barça o nada más)…
Ya se acabaron en su momento los debates alentados por la prensa e inoculado en las masas madridistas de que Fernando Torres es muy malo o el del Pupas. Todo era cuestión de esperar. Y ahora se ha terminado ese otro debate espúreo y teledirigido: el del recuento de los años, los meses, las horas, los minutos que el Atlético de Madrid llevaba sin vencer al Real Madrid. Artículos de los pocos pero significados atléticos que nos quedan en los medios como Rubén Uría, Iñako Díaz-Guerra o José Miguélez (definitiva la campaña de este último en las tertulias de Teledeporte previas a la Final para evitar la designación de un árbitro descaradamente recusable y totalmente inapropiado para pitar el partido) abundan en cerrar el ciclo de menosprecios y exigir de una manera definitiva respeto hacia el Atlético de Madrid.
Como dijo Germán Mono Burgos, el extrovertido, gran motivador y segundo entrenador del Atleti: «En ese momento, la historia quedaba saldada doblemente«. Era la noche perfecta. Estos fueron los héroes que acabaron con el debate y pusieron el contador a cero: Courtois, Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis, Gabi, Mario Suárez, Koke, Arda Turán, Falcao, Diego Costa, Christian Rodríguez, Adrián y Raúl García. Y, por supuesto, Diego Pablo Cholo Simeone y su cuerpo técnico. No os olvidaremos nunca. Ya sois leyenda viva del Atlético de Madrid.
Rafael Valentín-Pastrana