El Tema 8

El tema 8 es como el primer amor: no se olvida nunca.

“La verbena de la Paloma”: celos mal reprimidos durante un agosto madrileño… y entre Bretón y Chapí

Tras tres “Bretones” operísticos consecutivos programados en los últimos años por el Teatro de La Zarzuela (La Dolores, Tabaré y Farinelli en 2023, 2022 y 2020 respectivamente), vuelve a subir a la escena el Tomás Bretón (1850-1923) más popular: La verbena de la Paloma (o El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos), sainete lírico en un acto con tres cuadros y con la que el salmantino daría con la tecla del “Género Chico”, obteniendo un clamoroso éxito desde su apoteósico estreno, en el Teatro Apolo, el 17 de febrero de 1894. El crítico de El Heraldo de Madrid ensalzó que en La verbena de la Paloma había «mucha música, demasiado también para contenerse en los moldes de un asunto ligero, para ser cantada por artistas más preocupados de la acción escénica que de la delicadeza de la interpretación lírica y para distraer los ocios de un público por horas». El público, entusiasmado, tararearía desde el día siguiente sus ritmos de seguidilla, copla, soleá, mazurca, habanera… Pero la fórmula del éxito no estaba garantizada: como recoge Víctor Sánchez en el programa de mano, «un año más tarde, el Teatro de Apolo estrenó un nuevo sainete de Ricardo de la Vega con música de Tomás Bretón, titulado «Al fin se casa la Nieves o Vámonos a la Venta del Grajo». Parecía una apuesta segura, pero fue recibida con frialdad, por razones que resultan difíciles de explicar. Tal vez desconcertó al público que a pesar de la ambientación madrileña la protagonista fuese maña y entonara una brillante jota en el cuadro final».

A Bretón le acompañarán para siempre los inolvidables textos de Ricardo de la Vega (1839-1910), que precisamente había sido el libretista, junto a los compositores Federico Chueca y Joaquín Valverde, de La canción de la Lola, la primera obra escrita ex profeso para este españolísimo formato en 1880. Proveniente del “teatro por horas” o “funciones por horas”, este peculiar y revolucionario género nació de una estrategia que unos actores-empresarios (Luján, Riquelme y Vallés) habían ideado para optimizar la taquilla del Teatro del Recreo, dividiéndola entre cuatro funciones para que el público pudiera acudir a una, a dos, a tres o a todas dependiendo de su tiempo y economía («¡A real la pieza!» era el reclamo) en vez de pagar una entrada única de cuatro reales para asistir a una obra de duración más larga. Como señala Víctor Sánchez en las notas al programa, «El teatro había dejado de ser burgués para convertirse en popular». Un género autóctono e inimitable que dominaría el panorama musical español prácticamente durante cincuenta años. Como dejaría escrito Benito Pérez Galdós, «Por poco dinero se divierte una familia durante una hora, que es tiempo sobrado para esparcir el ánimo sin la excitación de nervios, y el largo insomnio que produce una función de tres o cuatro horas». A partir de los últimos años del siglo XIX son cupletistas como Augusta Bergé, la Bella Chelito, la Bella Lulú, la Fornarina, la Goya o Raquel Méller las que arrasan con sus espectáculos «sólo para hombres» con temas como La pulga, Balancé, Ven y ven… Es el «Género Ínfimo» que, a partir de la segunda decena del siglo XX, se hace definitivamente dueño de las calles de Madrid, arrebatando el trono al «Género Chico», preludio del cierre definitivo, un 30 de junio de 1929, del Teatro Apolo. Pero esto es otra historia.

Pero Tomás Bretón no estaba, en principio, muy por la labor, especialmente porque, a pesar de haber ya compuesto un número significativo de zarzuelas, su gran obsesión era hacer justicia con la ópera española como género supremo (para el que compondría ocho obras entre 1877 y 1913, una de gran éxito: La Dolores, de 1895). Su coetáneo Ruperto Chapí (1851-1909) iba a ser inicialmente el encargado en componer la música de La verbena de la Paloma, pero discrepancias con los empresarios teatrales le llevó a renunciar al empeño. Estos contactaron con Bretón que, aunque en principio no quiso traicionar a su compañero, finalmente aceptó. Chapí se la «guardaría» a Bretón hasta que, el 25 de noviembre de 1897, se desquitaría alumbrando, también para el Teatro Apolo, otra delicia del madrileñismo, La Revoltosa. La sana competencia entre estos dos compositores, uno salmantino y otro alicantino, daría como fruto las dos obras maestras del «Género Chico» castizo, personificado en los amores y desamores entre Susana y Julián (de La verbena de la Paloma) que conforman, junto a Mari Pepa y Felipe (de La Revoltosa), la pareja sentimental por excelencia de la lírica española. Pero el pique no quedó ahí: curiosamente Chapí compondría también ocho óperas (ninguna obtuvo notoriedad: ahí no pudo seguir la estela de Bretón) en una horquilla de años muy similar a la de Bretón: desde 1874 hasta 1909, prueba del recíproco marcaje al que se sometieron los dos grandes autores líricos de la música española de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Nueva producción del Teatro de La Zarzuela, La verbena de la Paloma cuenta con la siempre matizada y a la vez entusiasta dirección musical de Miguel Pérez Sierra, que se mueve muy a gusto en las zarzuelas de este periodo, como también ha demostrado con sus lecturas de Barbieri. La escenografía de Nicolás Boni y el vestuario de Gabriela Salaverri responden al traslado de la acción al final de la década de los años veinte, que ha decidido acertadamente la directora de escena Nuria Castejón para darle unidad y continuidad a la trama del cierre del Teatro Apolo. Del reparto coral destacaron Borja Quiza (por su empaque en el papel de Julián), Carmen Romeu (que demostró carácter para darle la réplica a Quiza y buena voz como Susana), Milagros Martín (un lujo contar con una cantante de sus tablas como Señá Rita, como demostró en el maravilloso dúo con Julián «Y que un honrado cajista / ¡Maldita sea la…! / que gana cuatro pesetas / y no debe ná») y Gurutze Beitia (por su vis cómica como la Tía Antonia, pero también por su peculiarísima voz cazallera). Muy bien en lo interpretativo los característicos Rafa Castejón (como el Tabernero cheli) y Antonio Comas (un dicharachero y bailarín Don Hilarión), pese a sus limitaciones vocales. Y mención especial a la bailaora (Cristina Arias) y a la cantaora (Sara Salado) de la maravillosa soleá «En Chiclana me crie», sencilla pero eficazmente coreografiada por Nuria Castejón y uno de esos fragmentos que demuestran que la buena zarzuela no desmerece al lado de ninguna ópera.

La verbena de la Paloma, normalmente acompañada por otra zarzuela breve, en esta ocasión fue precedida en el programa por una nueva pieza, Adiós Apolo, que evoca el recuerdo de lo que pudo ser la última noche del Teatro Apolo, conocido como la catedral del «Género Chico» por lo que significó para la lírica española a partir de su reconversión en 1886 hasta su demolición en 1929, que es cuando se sitúa la acción. El prólogo alterna textos escritos por Álvaro Tato con conocidos fragmentos musicales de los maestros Guerrero (El sobre verde), Chueca, Valverde (La Gran Vía, El año pasado por agua, El bateo), López Torregrosa (El pobre Valbuena) y Serrano (La gente seria). Un poco al estilo de la irregular fórmula del Proyecto Zarza, repitiendo algunos de sus errores… y añadiendo otros que se deberían evitar, como acoplar los dos valses de Chueca y modificar sus textos, introduciendo «morcillas» para ajustarlos a las necesidades del nuevo argumento. La pieza de Tato, aunque insiste en algunos tópicos extendidos por el relato progre (se hacen chistes sobre la ausencia de libertades políticas con Miguel Primo de Rivera… cuando la realidad es que, en lo artístico -que es de lo que se trata porque estamos hablando de arte literario y musical- España disfrutó durante su directorio de un periodo de eclosión a todos los niveles culturales que no se daba desde el Siglo de Oro y que por algo se conoce como la Edad de Plata), se deja ver por su ritmo trepidante y por sus ingeniosos diálogos que se ríen de algunas de las matracas del nuevo milenio, como la sobre regulación normativa, la obsesión climática o el agotador activismo feminista.

Rafael Valentín-Pastrana

@rvpastrana

Bibliografía:

– Víctor Sánchez Sánchez: La verbena de la Paloma. Una inesperada obra genial. Teatro de La Zarzuela. Madrid, 2024.

– Rafael Valentín-Pastrana: Chueca, Valverde y la matraca medioambiental.www.eltema8.com, 2024.

– Rafael Valentín-Pastrana: «La Dolores», la ópera con la que Tomás Bretón nos regaló dos perdices por barba a cada españolwww.eltema8.com, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: «Tabaré», la ópera con la que Tomás Bretón contribuyó a propagar la «leyenda negra»www.eltema8.com, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: Milagro en Madrid: «El sobre verde» de Jacinto Guerrerowww.eltema8.com, 2022.

– Rafael Valentín-Pastrana: La «leyenda negra» en la ópera (…y en la zarzuela)www.eltema8.com, 2021.

– Rafael Valentín-Pastrana: «Farinelli», una gran ópera española de un señor de Salamanca. www.eltema8.com, 2020.

– Rafael Valentín-Pastrana: ¡Pico y pala con Tomás Bretón! www.eltema8.com, 2020.

– Víctor Sánchez Sánchez: Tomás Bretón, un músico de la Restauración. Instituto Complutense de Ciencias Musicales. Madrid, 2002.

– Antonio Barrera: Crónicas del “Género Chico” y de un Madrid divertido. Editorial El Avapiés. Madrid, 1983.

https://atodazarzuela.blogspot.com/2014/02/la-verbena-de-la-paloma-libreto.html

Nota: Las imágenes incluidas en este post de los ensayos y/o funciones de La verbena de la Paloma son © Teatro de La Zarzuela / Elena del Real / Javier del Real. Madrid, 2024.

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Esta entrada fue publicada en May 9, 2024 por en Música y etiquetada con , , , , .

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